jueves, 26 de julio de 2012

Mira la vida


“Lo que había y lo que hay,
lo que me falta y lo que tengo,
lo veo todo cambiar…

Es en futuro…
todo es futuro,
todo lo que quiero a penas va a llegar,
todo lo que quiero a penas va a empezar…

Mira la vida…
abriéndose camino,
Mira la vida…
diciendo que sí,
es la vida… y contigo dice sí.”
Julieta Venegas

Inicias el día antes que el sol salga, armas tu maleta, llenas de expectativas tu maleta, tomás todo eso y salís al mundo, abandonas el hogar materno y te adentras en la solitaria y oscura calle que te lleva lejos. Tenés el reto de repartir mil besos, te has vuelto cursi, pero te lo perdono… de momento… la vida no pudo darte mejor escarmiento ante tu sarcasmo irritante, ante tus ínfulas de autosuficiente. Tenes el reto de terminar, avanzar e iniciar muchas cosas en tu trabajo, como siempre ordenar tus ideas no ha sido el día de campo que deseas… te perdono… de todos modos yo vivo en tu mente y acepto mi mala jugada de no dejarte pensar, como ahora que vas en la carretera, viendo cómo el sol va saliendo tras el volcán.

Llegas al punto acordado, esperas a tu jefa, la esperas y mientras das los primeros tragos de café, pensas que ella es valiente, se enfrenta a problemas que implica a su familia enferma, a sus subalternos locos y los muchachos que la ven con admiración como vos, pensas que enloquecer sería una vacación para ella. Pensas que la admiras y te das cuenta de algo terrible, le estás tomando cariño e inmediatamente te acordas de la última mujer/amiga a la que le tomaste cariño, la tristeza llegó de golpe. Porque a estas alturas ya no sabes si la extrañas, si estás enojada y si es conveniente andar queriendo gente. Sos tan escéptica y lo peor es que no logras llegar a una conclusión y en cuanto tu jefa se estaciona para que podás subir, alejas este pensamiento porque no es bueno que las demás personas se enteren que te duelen las cuestiones del corazón y menos si esas cuestiones no son románticas, sino de esas cuestiones de afecto fraterno. Sos tan débil.

Recorres otros 45 kilómetros para ver a los chicos, a tus compañeros de trabajo, a otros que quieren hacer algo lindo con este proyecto y empezás, desde lo que podes y lo que te deja el dolor de oído, hacer lo necesario para que las cosas avancen. La inestabilidad empieza a incomodarte, pero algo sucede, luego de correr, ver, analizar, dispersarse y volver a reunirse, te encontrás en una reunión, donde la persona menos esperada dice “no podemos cancelar una función, allá, en aquel cuarto… hay veintitantos muchachos que creen en esto”. La inestabilidad se marcha como perro con la cola entre las patas. La función debe seguir, porque la vida sigue.

Empezás a sentirte cansada, recordás de golpe que no dormís desde hace dos noches. Entras al salón de clases, tus once alumnos están viendo una película que les dejaste para su evaluación, todos están concentrados, algunos toman nota, otros se maravillan con Tchaickovsky, otros, al verte, te saludan y te dicen, con un gesto, “acá hay una silla, véngase”. Ya no te acordabas de esta sensación, siempre te lo dije, no tenemos que alejarnos de esto, de la educación, de la cultura, nos hace bien estar cerca de los chicos y chicas.

Termina la película, en medio del desparpajo de la salida de tus alumnos, de repente aparece alguien y te dice “hola” desde el otro lado del monitor. Silencio. Al fin, por primera vez desde las 5 am hay silencio y con tranquilidad de adentras en la conversación a pausas que habías sostenido en ciertos momentos del día, todas las emociones fuertes del día han pasado ya, con tranquilidad hablás con él, te das cuenta que durante el día te ha recordado tomar tus medicamentos, te da pistas de agenda para que no se te olvide escribir, corregir y enviar documentos, saludar y ser gentil con la gente, lo único que no logró recordarte, porque el pobre no da para más con tu mente de hámster, fue recordarte traer las llaves que siempre te acompañan… y luego de despedirte de él, salís al patio, constatás que todos se han ido ya y que estás encerrada en la escuela… ¬¬… sos un desastre, llamas por auxilio, que alguien llegue a abrirte la puerta.

Llegas, luego de 14 horas, a tu otro recinto, por supuesto, tampoco tenés llave para entrar a tu cuarto, empezabas a estresarte, cuando te das cuenta, al fin te cambiaron al chapa de la puerta, tenés suerte de vez en cuando bicha… encontrás la nueva llave en el cerrojo, hasta trae un llavero para que no se te pierda. Aprendé a no olvidar la llave.

¿Creíste que ya se había acabado el día? Sos ingenua con ganas. Sos una ternurita a veces… casi siempre, aunque no te guste admitirlo, ya te había recordado él que tu roommate se marcha mañana y vos no compraste el pequeño detalle para que la japonesa se lo lleve, te cambias a la carrera, le llamás a tu alera de estos rumbos para que te acompañe a comprar… (agarrá la llaveeee!!!), salís con la excusa de ir a la farmacia.

Encontrar un lugar dónde comprar algo lindo a las siete de la noche en este pueblo es cosa imposible, no hubo más remedio que ir por una crepa, pensaste y tu alera aceptó… ¿es posible que dejen de hablar del trabajo?, si, yo entiendo, están presionadas, vos y ella están gestando la reingeniería de este bolado, pero la vida es más que esto, por mucho que te apasione, ya son casi las 8 pm y siguen dándole vuelta al manual de funciones de la escuela, mejor platiquen de… de… del calor hijueputa que está haciendo, de… de… del novio de ella que está en Estados Unidos… de… de… de moda… de… de… de películas… va ta bueno, te doy permiso de salir corriendo, la conversa se está poniendo demasido girly para tu gusto. Es cierto que queremos mejorarte la interacción social, pero no convertirte en una de esas personas altamente sociables.

Caminá para tu casa, tu hermana te llama, te pregunta qué tal estás, si te has tomado las medicinas, que qué tal llegaste… te das cuenta, tu hermana y vos son mujeres muy distantes al par de niñas que peleaban cada tarde hace veintitantos años, son un par de sobrevivientes y lo reconoces: estás feliz de que así haya sido.

Llegas a la casa y ves un mensaje en tu celular… “ya te toca medicina”, y sonreís, no por la medicina, pensas que tenés una enorme suerte, este tipo se da a la tarea de recordarte la mejor manera de no morirte; durante esas 15 horas de vida te ha recordado… “llamale a tu jefa” para ver qué tal salió la operación de su mamá, “comprale algo a Kasio” para no ser un ser humano que solo cenó de vez en cuando con ella, “hace una lista de lo que tenés que terminar” para que tu trabajo sea mejor y más fructífero… de paso te da ideas de ingeniero loco porque vos y esa tu mente lingüística no te da para mucho cuando hablamos de escenarios móviles y mejor le llamas, salís al patio, en compañía de los perros, buscas el mejor lugar para la recepción y lo encontrás, debatiéndose en cuestiones básicas y domésticas como encontrar el control remoto de la tele y hablás con él de las mismas cosas de siempre… ¿ya te fijaste que le llamaste por teléfono? Vos odias hablar por teléfono, lo haces si no hay diotra y en mensajes breves y concisos y aquí te tenemos, parloteando de cualquier tontera sentada en el patio con la “Osa” echada a tu lado. Sabes que merece los mil besos que el enviaste esporádicamente durante este día tan horrible y cansado. ¡Cómo es la vida, verdad!

El día ha terminado, son las 10 pm, tenés que dormir, aunque las estrellas  estén estupefactamente hermosas… tenés que entender que mañana habrá otras 24 horas y que la vida seguirá ahí. Buenas noches.

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