martes, 10 de diciembre de 2013

Terminar algo

Me cuesta terminar algunas tareas. A veces pienso que padezco de ese déficit atencional o simplemente procrastineo demasiado, no sé... A veces me tardo demasiado, pero al final termino. Esto es en general, pero en cuanto al proceso de redacción se ve más aún. En especial cuando se trata de escribir en formato largo. 

Este fin de semana pasado al fin terminé un texto que había nacido hace un par de años, tuvo varias mutaciones, varios cambios de rumbo y a veces los cambios fueron los caminos mismos. Durante meses, semanas mastiqué la personalidad de cada personaje, de cada ambiente, de cada circunstancia. A veces me hacía la loca y los dejaba meses reposando en algún rincón de mi cabeza hasta que volvía a retomarlos. 

Debo confesar que este trabajo se desarrolló casi siempre en mis noches de insomnio, pocas veces (aunque si las hubieron) me vino la inspiración con la luz del día. Comprendí muy bien cuando Gabriel García Márquez dijo que los personajes de una historia que uno inventa son como hijos, como hermanos, que viven con uno. Los míos vivieron bajo mi techo en diversos lugares... en Guatemala, en Suchitoto y acá en San Salvador. Pasé un tiempo de luto al dar muerte a una de mis personajes favoritas, no tuve más remedio que matarla y para ser coherente, murió de cáncer endometrial. Por supuesto otros personajes siguieron la vida que les otorgué y además de seguir dándome tristezas, también me dieron alegrías. 

Algunos días me acostaba a dormir pensando en ellos y en las cosas que quería hacerles vivir... y amanecía pensando en la mejor manera de hacer eso precisamente, hacerlos vivir en las páginas en blanco que se me ofrecían límpias y fragantes para crear algo.

Mucha gente estuvo involucrada en este proceso, la mayoría de veces ni siquiera sabían que me ayudaron de alguna manera, me prestaron sus voces, su forma física y a veces solo me contaron una historia que me pareció digna de ser contada. Por supuesto solo quienes lo hicieron lograrán reconocerse al leer estas páginas cuando puedan estar impresas.

No sé cuánto tiempo falta para que este conjunto de historias llegue a las manos de las personas quieran leerlas, no sé si les gustará o simplemente pensaran que me deberían de cambiar la profesión en el dui; posiblemente yo me vaya a la tumba con varios de los secretos que encierran sus pesonajes, con varios idearios que no logré plasmar, con la alegría absoluta de haber terminado algo mío. Absolutamente mío.

De momento no tengo idea de publicarlo en digital, porque (no es broma) lo que le tengo destinado son un rimero de casi 400 páginas. Si lo más difícil ya pasó... encontrar cómo publicarlo será menos arduo.

De momento, estoy feliz.

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