lunes, 17 de agosto de 2009

La llamada telefónica

Soy un desastre de comunicaciones, a drede o no... pierdo llamadas, mi cel se arruina o se pierde por días, y sino es él el desaparecido entonces es el cargador... pero bueno... mis amigos y mi familia ya se acostumbraron (digo yo).


Un día (noche) estaba varada en metrocentro, el lugar más inadecuado para mi, odio el cúmulo de gente y ahi... para qué más... era noche y me acordé que por protesta los buseros de la ruta 20, ruta que me lleva a mi sacrosantacasa... estaban en huelga porque de nuevo habían asesinado a otro del gremio.


Así que ahi estaba yo... con un dolar en el bolsillo y sin saldo para llamar para el respectivo rescate paterno. Voy a un quiosco y le pregunto a una señorita especialista en la venta de churros rellenos: "puede cambiarme este dolar por monedas?". Creí que me mandaría al churro por pedir "sencillo" sin comprarle nada... cuando me contesta "Claro". Esas pequeñas genialidades de bondad me hacen soportar la vida... (Que dramática!).


Voy a un teléfono público y agarro el auricular y mi cel y empiezo a buscar el número de mi padre... y el cel decide morir porque no le doy de comer... asi que heme ahí, a las 8 p.m. sin saldo, sin agenda de teléfonos y sin memoria para números... empiezo a registrar mi cartera, tengo un cuadernito de pasta dura, a veces anoto números ahí, tenía la esperanza de encontrar el de mi papá en ese último recurso. LO ENCONTRÉ!!!


Marco, le digo... "papá, rescatame, por fa, estoy en metro... aqui te espero" cuelgo... tengo "crédito" todavía y en eso... aparece un número más largo de lo común en mi agendita de pasta dura, tiene el código 502, es el número de Mynor. Veo la tabla de tarifas del teléfono público... $0.25 a Guatemala... pongo las otras monedas y marco... primero nada, me rechaza la llamada... me devuelve las monedas... intento de nuevo... suena: "tuuu... tuuu... tuuu..." "Aló......."


Y fueron tres breves minutos a Guatemala... pero que buenos fueron, al final ni le dije adios formalmente porque de repente se cortó la llamada... y esta canción, que bailé un día con él hace tantos años, se quedó dándome vueltas en la cabeza, porque bailar, reír, llorar, estudiar, platicar (en persona o por tres breves minutos por teléfono) deja la sensación de bien-estar... aunque estemos lejos y aunque a veces no estemos tan bien que digamos.


Les dejo la cancioncita... para que bailen con sus amigos, con sus pensamientos... con sus esperanzas.


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