La vida... y en concreto, mi vida a veces parece torbellino... mi cabeza y mi corazón descoordinados y con el agravante de no tener los resultados esperados en el tiempo estimado... ay no... y mientras viajaba en la ruta 101D con rumbo a Santa Tecla iba pensando en Gabriela y su costilla rota, en Sebastian y su neumonía, en mi mamá que está enferma y que no descansa... en mi otra hermana y su malestar... en lo que tengo que pagar, en lo que me hace falta, en mi papá que no me habla... ay no... los ojos se me aguadan... o se me hacen agua... y me pregunto qué puercas sucede... me pregunto muchas cosas... entre ellas... porqué el corazón me está galopando de manera incoherente con mis circunstancias... y entonces sucedió.
Justo cuando empezaba a tener pensamientos pesimistas, un tanto mortuorios... sonó esa canción que de golpe me trasladó al inicio de mi adolescencia cuando la cantaba sin saber por qué razón, solo porque me levantaba el ánimo, me hacia reír y sentirme poderosamente bien... y mi sentimiento cambió porque la música me recuerda que la vida... al final de cuentas si vale la pena... vale la pena respirar, ver que la gente que amas se cura, que la otra gente que te ama te hace reír aunque sabe que deseas tanto llorar interminablemente... que te da un abrazo virtual, porque al final de cuentas... ¿qué haría sin esas locuras que me sacan sonrisas y carcajadas?, vale la pena pensar y concretar proyectos, vale la pena correr, gritar, cantar y soñar, vale la pena tener fe (enunomismoenelotroyenDios), vale la pena sentarse con amigos a hablar y sentir que las diferencias que tuvieron ahora valieron la pena porque se ha cimentando la amistad en la verdad. VALE LA PENA CANTAR!
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