No es cualquier madre, no me gusta limitarla en cuanto a que no solo es mi madre, tiene tres hijas, un nieto y no sé cuántos "sobrinos" adoptados.
Es que ella es así... adopta a las personas que ella considera merecedora de su afecto y ayuda.
Cuando era una cipota de menos de 23 años, edad en la que se le ocurrió fundar su propia familia, era bien noviera, bailarina y entusiasta... si no supiera que tuvo una infancia muy difícil y sin madre, cualquiera diría que era una consentida... pero no. Nunca lo ha sido, hasta ahora que yo la he malcriado.
Martha le puso una hache a su nombre porque una vez alguien le dijo que marta era un animalito parecido a las nutrias, además "así se ve más lindo" me dijo un día. Martha me ponía sus cassettes con música de Camilo Sesto, Raphael y José José mientras ella lavaba y yo me entretenía con Tito jugando en un petate, gracias a ello, en mi memoria existe el registro de las canciones, más de José José y ahora en mi adultez, solo empiezan los primero acordes y las letras vienen a mí corriendo sin poder evitarlo.
"Qué triste todos dicen que soy
que siempre estoy hablando de ti
no saben que pensando en tu amor... en tu amoooooor...
he podido ayudarme a vivir... he podido ayudarme a viviiiiiiiiirrrrrrrr....
oooooooooooooooohhhh, ooooooooooooooooooh...."
Martha tiene un esposo, lo eligió hace más de treinta años y ahí está... nunca lo había dicho como tal, solo lo había demostrado de esa manera no-afectiva-melosa (con esos detalles como preocuparse por su salud, que su ropa esté bien planchada, que sus alimentos sean exquisitos, en llamarle cuando no llega a casa) pero ayer lo dijo... ama a mi padre.
Para mi, esta mujer siempre ha sido un misterio, me ha amado incondicionalmente y de ella he aprendido, en la práctica, la lealtad, la fidelidad y la constancia; para mi, a veces, ha sido difícil llevarle el ritmo de vida, porque es pausado, estancado y rutinario, para ella, la mayoría de veces ha sido difícil entender que mi vida no es lo que ella cree que es la felicidad (marido, hijos y casa), comprender que es vital que escriba, que vivo en otro mundo. Aún así, ambas aprendimos a amarnos, a respetarnos los espacios y comprender (más ella) que la autonomía y la independencia son imprescindibles.
No pudo tocarme mejor madre, con todos sus defectos (que detesto) y sus virtudes (que me llaman a ser mejor persona), tuvo que pasar mucho tiempo y experiencia para poder comprender que no es importante entenderla, sino respetarla.
Hoy día, y creo que siempre, ella será la mujer que más amaré. Feliz cumpleaños Marthita
No hay comentarios:
Publicar un comentario