martes, 18 de junio de 2013

Una nueva forma de ser padres

Ayer fue el día del padre y por diversas razones no escribí este post. Como ustedes saben, con ese complejo de Electra no lucho, simplemente quiero al papá que me tocó tener, aún si no lo entiendo y aún si no me entiende. 

Durante años lo he admirado por el corazón bondadoso que tiene, aún cuando sé que padece de un mal genio que no se lo aguanta ni él solo, pero cuando es libre y feliz... ah... es maravilloso. 

Con todo eso, no es de él (en sí) que quiero hablar en esta fecha conmemorativa, sino de otros papás que se han cruzado por mi camino. 

En nuestro país tenemos la fea costumbre (arraigada por años y años de educación machista) de pensar que el papá es el que engendra (y el que topan en la procu), pero al menos yo he descubierto que durante los últimos años eso va cambiando, poco a poco y a veces hay que andar bien atentos para fijarse, pero es cierto. La paternidad toma un nuevo rostro.

El primer ejemplo de ello es la proliferación de padres solteros, si usted no conoce uno al menos, déjeme decirle que está bien jodido y que de paso debería de revisar sus círculos de amistad. El primer padre soltero que conocí fue mi tío Carlos, que además es mi padrino de bautizo y gracias a él ostento mi nombre en femenino. Su mujer (porque así la denominaba él) lo abandonó no solo con sus dos hijos en común (Ricardo y Ernesto) sino también con la hija de ella (Vilma) y fue así como este rudo hombre, dedicado a la albañilería, curtido por el sol y con la piel áspera por mezclar tanto cemento, se dedicó a educar a esos tres críos que le quedaron antes de cumplir los 10 años la mayor. En aquellos dorados tiempos, finales de los setenta, no creo que muchos hombres se atrevieran a enfrentar semejante tarea solos, teniendo el tipo de trabajo que tenía mi tío. Muchas personas, todas sus hermanas, por ejemplo, le decían que se buscara una nueva pareja, pero nunca lo hizo, no... al menos, hasta que el menor de sus hijos se fue de casa, hasta entonces se "arrejuntó" con Rosario, ahora tienen más de quince años juntos y ahí están, recibiendo a los nietos los fines de semana. 

El segundo caso de padre soltero que conocí fue al Sum, lo leía en su blog y en el tuiter y por razones del destino cuando lo vine a conocer ya estaba emparejado con Cindy pero pasó varios años criando solo al Gabo. Era muy joven mi amigo, pero qué bien me sentía de saber que hombres jóvenes podían enfrentar ese reto. 

Luego vino Nelson S. un ex compañero de Círculo (una ong) que tenía a su cargo una niña llamada Zoe, él es un monumental gigante de casi dos metros de alto y se veía chorrear ternura cuando cargaba a su hija en brazos, con la particularidad de que Zoe padece de una extraña enfermedad congénita que le ha hecho recibir 7 operaciones a sus apenas 4 años para corregir ciertas dificultades físicas. Criar a un hijo sano es difícil, ahora se imaginarán enfrentar la vida con una dificultad física. Lo admiré mucho.

Por último, llegó Miguel... hace exactamente un año... durante este tiempo y poco a poco me fui dando cuenta de varias cosas, porque él es así, no suelta nada de un solo, va por dosis... yo le digo que ha sido un buen papá, él (a veces, creo que por modestia) no lo admite, pero es cierto, yo que casi soy una experta en papás (gracias a mis casi 10 años de consejería juvenil, en un colegio) se lo digo. Se reconocer a un buen papá, aún que sea medio tosco o que tenga que hacer un par de respiraciones profundas para no matar a un cipote en un arranque de enojo y calmarse y lograr un poco de estabilidad para oír el tartamudeo clásico de querer explicar cosas inexplicables. 

Debo decir que conozco a otros papás que a pesar de seguir en pareja, pareciera que no lo están, que se encargan de cosas pequeñas y tiernas que sus parejas no asumen y está bien, las mujeres también vamos cambiando el rostro de la maternidad, no hay nada de malo en ello. 

Recordaba ayer a un muchacho, la semana pasada venía en la 168 muy temprano, en una parada luego de subirme yo, se subió un muchacho que rondaba los 20 a 22 años, moreno, pelo crespo, fornido... con todo el talle de ir a trabajar duro en alguna construcción, inmediatamente recordé a mi tío Carlos, a diferencia de mi tío, este cipote traía una pequeña bebé, de menos de un año, una niña líndísima, delicadamente vestida y con zapatitos blancos, venía medio dormida debido al viaje en madrugada, toda la ternura y rosadez de la niña contrastaban con la ropa oscura y aspecto rudo de su padre. Me alegré de ver que en una situación de limitaciones económicas, un tipo así de rudo, tiene la ternura suficiente de tomar a su bebita cada mañana y llevarla, quien sabe, a una guardería o a la casa de algún familiar, mientras él y su pareja trabajan.

Llegará el día en que frases como: "ahí ve vos qué haces con los bichos" o el "yo me encargo de traer la comida a la casa, vos encargate de los bichos" ya no se oirán, estoy segura, a lo mejor, lo que necesitábamos era un poco más de tiempo para ir viendo que ser papá, es una nueva forma de ejercer el heroísmo. 

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