Decir esto es muy inexacto. Lo sé... habían muchos corazones tristes anoche en mi ciudad.
Pero el de Norman es el que me interesa. MI Norman estaba triste. Nos escribió a Carmen y a mí, no solo para decirnos eso, sino para contarnos el motivo: el gran amor de su vida se fue a Madrid a sacar una maestría y aunque sé que está orgullosísimo de ese amor, eso no le evitaba sentirse un poco derrotado de tanto desamor.
Porque el amor es así, uno se siente herido no solo porque lo boten o lo maltraten, hay un dolor más grande que no ser querido... el de ser querido pero estar lejos. La tristeza por esa lejanía es como una migraña. Sabes que pasará, pero en el momento no podes ni moverte del dolor. Lo sé, porque también lo he sentido alguna vez.
Norman está en este lado del mundo y su gran amor ha de estar aterrizando en Madrid, lejos no solo de su pareja, sino también de su familia y el resto de amigos, lleva en su maleta alegrías, expectativas y todos nuestros buenos deseos, seguramente empacó también su transtorno obsesivo-compulsivo, su sarcasmo y los abrazos que esperan para cuando se reuna con Norman de nuevo.
Ellos ya son adultos, son tan adultos que a veces me ha costado reconocer a los niños que fueron adoptados hace casi diez años, sin embargo, anoche, luego de contestarle a Norman el mensaje enviado... pude reconocer que mi amor por ellos está vigente, aunque no nos veamos, aunque ya no compartamos las tardes de septiembre en un colegio.
Anoche había un corazón triste en la ciudad y yo quería darle consuelo, abrazarlo y decirle "sos valiente, esto va a pasar y ya veras... te reunirás con tu gran amor y será genial". La vida es eso. Sentirse tristes y recibir abrazos que te consuelen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario