Hace veintidos años nació Gabriela. Su nombre se lo busqué yo, faltaba menos de un mes para que yo cumpliera catorce años. No nos parecemos físicamente, somos totalmente opuestas. Somos opuestas en todo sentido.
Ayer se lo decía a Miguel, mi familia, pero en especial mis hermanas y Sebastián son el GRAN amor de mi vida, muy niña decidí, por las circunstancia, que jamás permitiría que nada malo les pasara. Me sentía la gran paladina de ellas. En especial de Gabriela.
Luego crecimos, ellas y yo. Una se da cuenta que no puede proteger del todo a la gente que ama, no puede evitarles dolores, caídas y desamores... entonces solo queda una salida: sentarse con ellas y tratar de consolar sus lágrimas.
Creo que haber cuidado a mis hermanas fue en realidad de las cosas que más me marcaron en la vida, es cierto... no tengo, ni tendré hijos... pero sé que soy capaz de cuidar y amar a otras personas gracias a la gran experiencia de haberlas amado sin entenderlas en absoluto.
Gabriela siempre ha sido tan frágil, siempre muy inocente, sufría cada vez que me contaba que un niño la molestaba en el kinder; me daba risa que siempre fue muy novia, su primer novio fue el príncipe azul que mataba al lobo feroz y ella era caperucita roja en una obra de teatro cuando iba a preparatoria.
Lo sé, ha tenido muchos príncipes azules... todos en distintas tonalidades de azul... Siempre me maravilló su capacidad de enamorarse, de sobrevivir con dignidad y pocas lágrimas a los más sonados cortes, de secarse las lágrimas y decir... "este cree que es el único de la tierra" y creer que el siguiente será mejor. Tiene un hermoso corazón.
Siempre me ha maravillado su magnífica capacidad de decir "voy a hacer X cosa" y aunque nadie le tenga fe de ver finalizada la misión, lo finaliza, no por gana de demostrarlo, sino por el simple gusto de saber que lo pudo hacer. Así estudió gastronomía... a pesar de nunca en su vida haber entrado a la cocina, a menos que fuera a traer su plato de comida o lavar los trastos. Es obstinada.
Hace unos días le dieron su primer trabajo como chef... bueno... es una forma de decir que será la aprendiz de un chef viejito y maltratador en un restaurante gourmet de este país, no se imaginan el miedo que tengo de que no aguante el ácido. "No te preocupes, hice horas sociales con vos, eso me preparó para cualquier viejito terco" ¬¬ Pero es cierto.
En medio de explicarle cómo no perderse en la zona rosa, explicarle que los trámites de la pnc no se pueden hacer un día antes de la fecha límite para entregarlos y escuchar su voz totalmente afligida en el teléfono diciéndome... "ayudame, me perdí... y no sé cómo llegar al restaurante... frente a mí hay una farmacia", recordé que siempre la he cuidado, siempre estuve pendiente de ella... ella que es celosa, caprichosa y consentida. En mi opinión, los peores defectos en una mujer.
Recordé que aquel domingo en el que nació cayó una fuerte tormenta y que, al día siguiente, cuando fuimos a traer a mi mamá y "al niño" a la primero de mayo, me pareció el bebé más lindo que había visto en mi vida, desde ese momento no se la volví a dar a mi mamá hasta que se le ocurrió que tenía hambre y le dieron pecho. Ella fue mía, sigue siéndolo, es mía porque así lo quiso la vida. Porque, como me dijo ayer, "vos siempre me ayudas a llegar a donde sea", ella es mía no porque yo la haya cuidado el 80% de su vida, ella es mía porque me ayudó a llegar a ser buena hermana. Es mía porque siempre, siempre le he deseado una vida muy distinta a la mía. Le he deseado la felicidad como ella la quiere.
Ella ahora es una adulta, cumple 22 años, quiere casarse, quiere cocinar y quiere verme luego de casi dos meses de ausencias. Ella me llama en la mañana de su cumpleaños y me dice... "te he extrañado tanto, pero pronto te cocinaré algo rico en tu casa".
Lo sé, ahora ella se siente adulta y yo (quizá estúpidamente) desearía que regresáramos el tiempo, a esa época en la que ella tenía 3 años y yo 17 y yo le cocinaba algo.
Feliz cumpleaños Gabriela.
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