lunes, 8 de diciembre de 2008

Buscando razones... 2001

Sigo en el relato de buenas razones para que me guste diciembre, a punta de buenos recuerdos....

Yo te había visto ya en los pasillos del colegio, siempre cabeza baja, semblante nocturno, envuelto en tu eterno sueter verde.

Había escuchado de ti, mil veces, algunas de ellas en tono preocupante por parte de otros profesores, en tono de burla de alguno de tus sádicos compañeros... y también en buena onda de otros... me generabas curiosidad.

Una vez te hablé en la biblioteca... te hice una pregunta... me miraste despectivo, te burlaste y te fuiste dejándome con la palabra en la boca... pocas personas han hecho eso en su vida. No te quitaba la mirada en los recreos, tenía que haber una manera de acercarme y tomar contacto... claro, nunca he sido experta... más bien, los demás vienen a mí, no yo a ellos.... pero con vos era diferente.

Julio me pidió al final del año que lo ayudara, quería que diera una charla de "no-sé-qué-cosa" en el campamento vocacional de su congregación. Supe que se fueron un par de días antes que yo... en el grupo estaban: Norman, Rodolfo, Carlos Argueta, Tambo y un par de seres ignotos más... y con ellos vos... hasta me sorprendía la idea que aceptaras ir. Pero en fin... ahí estabas.

Llegué con Bárbara... acababamos de salir de nuestros parciales finales de la U. Hicimos el viaje hasta Arcatao en bus... y recuerdo que al primero que ví al llegar fue a vos... te pregunté por Julio y taciturno me contestaste con tu dedo que andaba por ahí...

En la tarde andaba pululando por el centro de capacitaciones donde estabamos alojados, te encontré sentadito sobre una mesa de cemento, era el atardecer... nos pusimos a hablar... me revelaste tu corazón y yo te ofrecí el mío... subimos una montaña, vimos que hay mas amor en el silencio que en mil palabras... me elegiste como tu madrina... y desde entonces no nos hemos separado. Era un 8 de diciembre, el año era el 2001.

El tiempo pasa rápido, ya no somos los que solíamos ser, a veces somos mejores, a veces no nos reconocemos, pero lo importante ha sido que has estado junto a mí... en las buenas y en las malas... te he visto reír, llorar, gritar y quedarte callado, tomaste decisiones y has amado de verdad. Juntos hemos caminado juntos, perdidos en la ciudad, hemos llegado a otros rumbos y hemos vuelto sanos y salvos, hemos visto una lluvia de estrellas y hemos renunciado a ideales abyectos. De verdad me da gusto ver el hombre en el que te has convertido.

Eres parte de mis hijos que no he parido, eres parte de mi familia, mis hermanas te quieren, mi madre siempre te recuerda y bueno... yo, yo siempre te llevo en la mente y en el corazón, junto a tus otros hermanos.

Que sigan viniendo más 8 de diciembre, porque diciembre nos descubrió como amigos, porque ningún diciembre será igual... porque no tenes ni idea de cuánto te quiero... que siga sonando la canción que me has asignado.



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