Resulta que un día de estos iba yo caminando por una calle que lleva hacia la Casa Dueñas sobre la Alameda Juan Pablo II, esa calle que pasa justo en frente a la Universidad Isaac Newton, que por cierto tiene un terreno tan hermoso en el mero centro... una hacienda de antaño que si estuviera bien administrada sería espectacular... bueno, el asunto es que iba caminando justo frente a esa universidad cuando me encontré sobre la acera una carta.
Una carta de baraja, de la familia de los diamantes, en su especie modalidad No. 9. La levante del piso y la guarde.
Hoy la tengo frente a mí mientras escribo este post. Está doblada por la mitad, su lomo es blanco y negro y sus diamantes están rebosantes del rojo que los pinta... nueve diamantes. Es una carta insignificante y solitaria, su valor ha decaído mucho ante la ausencia de sus compañeras. ¿Qué suerte habrá tenido esta cartita?
¿Qué suerte tenemos nosotros? ¿cómo nos encuentran las personas? ... Siendo (o tratando de ser) el ser racional que soy... nunca he creído en la suerte, simplemente he pensado que los acontecimiento son producto de consecuencias lógicas o las leyes de las probabilidades hacen de las suyas estadísticas.
Pienso... y lo repienso: horóscopos, cartas astrales, la alineación de los planetas, que si pare la venada... los amuletos... budas regordetes, hojitas de ruda en la planta del pie, conjuros y hasta "agua-de-calzón", pareciera que todo es valido para tener suerte... la creencia ciega de que sucederá lo que se espera... y esperar con paciencia para mientras...
No es absurdo al final de cuentas... la gente de verdad tiene fe en que sucedan sus sueños por un golpe de suerte, lo malo es no lograr corroborar dónde y en quién poner dicha fe. No está en el 7 de la loteria, ni en el diamante 9, ni treboles de cuatro hojas...
Para mientras... yo tengo una carta "diamantes No. 9" y ayer mientras la estaba buscando para preparar este post... vi un mensaje en mi celular... por suerte!
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