lunes, 8 de febrero de 2010

Cartera

es el mote de mi tío Eduardo, quien desde hace dos meses vive en mi casa.

Recuerdo desde siempre a mi tío muy distante, algo parco y seco de emociones (o al menos para demostrarlas)... siempre fue mi favorito, nunca me interrogó sobre nada y los saludos aunque espontáneos nunca fueron chorreantes de miel innecesaria.

Mi tío Guayo, que es como le llamamos es un cincuentón recién divorciado luego de una vida marital bastante cuestionada y comentada por el resto de la familia, pero que al fin y al cabo él no reveló detalles nunca, es decir, mis tías y tíos solo comentaban suposiciones. Como siempre haciendo el daño ajeno de esta manera.

Creo que siempre me ha agradado por distante y silencioso.

Este hombre arisco y hasta un poco rudo toma relevacia a partir de un comentario realizado hace dos viernes, cuando por desventura tuve un día de chuchos y que (como en otras ocasiones) sentí que me desbordaba la mala vibra. Él que es muy observador percibió mi molestia con la familia, no dijo nada, no al menos hasta que todos se fueron a acostar, llamó a mi puerta y se sentó a hablar. Me dijo justo lo que necesitaba escuchar, porque en el fondo uno sabe que lo que escucha ya lo sabía, ya lo pensaba pero no tiene los suficientes ovarios (en mi caso femenino) de hacerlo palpable a través de las palabras. No dijo más. Breve y conciso... diría alguien "suscinto".

No pasó a más, hasta ahora... ayer otra vez las fuerzas bélicas fueron desenfundadas y la bomba atómica fue dejada caer sobre mi Hiroshima ahora a buenas 6 a.m. (vaya forma de empezar el día y la semana!), como siempre trate que mi molestia y enojo no se me notara, pero siempre fallo, siempre... me vio llorando, si mi solitaria lágrima significa llorar a mares, a pues, él me vio. No dijo nada sobre la explosión reciente, solo me preguntó qué tal me sentía del dolor. "Bien, gracias" le contesté. Se marchó a su trabajo.

Eduardo Palacios me llamó al celular este mediodía, nunca en su vida me había llamado antes, le contesté y solo escuché al otro lado: "Ajá, K... ehhhhh... me estaba acordando de vos ahorita, ¿qué tal seguiste hija?" Mi respuesta nuevamente fue un diplomático "Bien, gracias tío"... me dijo no sé qué cosa más y colgamos.

No es porque me dé la razón o porque me vea con simpatía o porque crucemos palabras mientras vemos alguna película, es saber que este hombre tan distante hace un esfuerzo por ser empático con mis dolores corporales y familiares lo que me hace pensar ahorita en él.

Me estaba acordando de usted tío... y decidí escribirle algo

3 comentarios:

HuelveElena dijo...

Hola, Karla, necesito contactarte. Ojalá pudieras dejarme un mensaje con tu mail.

Gracias!

iba pasando dijo...

Es bueno encontrar esos apoyos y de esa manera, breves y concisos!

KR dijo...

hey... apareciste! Que bueno verte pasar... jejeje.

Ciertamente es bueno sentirse acompañada en el silencio.