lunes, 1 de febrero de 2010

Tito

Nunca había escrito de él y los que me conocen al derecho y al revés me preguntaron en algún momento la razón. No sé. Creo que es porque él siempre ha estado ahí, que ya es tan habitual en mi corazón, que no lo menciono.

Él llegó el día que un doctor anónimo le dijo a mi madre que yo nacería en Diciembre, claro... como buena necia que toda la vida he sido, nací cuando me dió la gana y soy escorpio nacida en Octubre, el asunto es que ese día de la anunciación... mi madre, una joven mujer de 22 años salió con la sensación más estupefacta jamás antes sentida (según sus propias palabras), iba por la calle, caminando, tratando pensar en un plan "B" para ambas y la primera decisión que tomó como madre futura fue entrar en una tiendita, disque para "tomar aire" y seguir el rumbo de su casa.

Cuenta la niña Martha que cuando entró lo vio ahí... sentadito, sedoso y limpio, café y con sus ojos (en ese entonces) brillosos. Lo vio, la vio... se miraron y supieron instantaneamente (ambos) que ambos me amarían y que yo los amaría intensamente. Lo compró, no recuerda su precio monetario y creo que así debe de ser, pues no tiene precio alguno.

Tito está aquí aún, es el único juguete que sobrevivió a mi imaginativa infancia y a los arranques de locura de mi madre, quien cada 8 meses hacía recolección de ropa, juguetes y otras cosas para regalarlos... no sé cómo hizo este pequeño oso para salvarse de ese ímpetus de solidaridad de la niña Martha.

El recuerdo más lejano con este oso me lo da una fotografía, yo tenía casi un año, estoy enfundada en una de esas pijamas infantiles con las cuales uno parece gasparin.... en esa imagen congelada tengo a Tito sobre mis piernas, tratando de cargarlo, pero para ese entonces, éramos casi del mismo tamaño, así que salgo particularmente graciosa haciendo un monumental esfuerzo porque su peso no me dominara y no caer del sillón donde mi mamí nos tenía sentados a ambos. Hay otra fotografía en la que estamos los tres: Mi madre me carga a mi y yo lo cargo a él. Esa es mi fotografía favorita de todos los tiempos.

La importancia de Tito no solo radica en su vejez y resistencia, otro juguete ya habría sucumbido, me llama la atención su fidelidad, cuando mis hermanas llegaron a nuestra familia intentaron hacerlo propio, pero Tito no se enraizó en otro corazón que no fuera el mío, así que este osito siempre aparecía entre mis pertenencias personales, lejos de las pertenencias infanto-compartidas.

Tito es propio para abrazarlo durante canciones melancólicas, para bailar danzas festivas, fue testigo silencioso de mis ensayos teatrales, ha escuchado casi todos mi poemas, incluso aquellos que nunca logré escribir. Ha secado las lágrimas de tiempos tristes y (aunque ya le falta la boca) sé que ha sonreído satisfecho en mis alegrías, me ha consolado en desamores y me ha dado ánimo para buscar el contacto con otro ser humano.

A diferencia de Jesse (la vaquerita de Toy Story) él no sufrió la ruptura de mi infancia y mi entrada a la adolescencia, quise serle fiel. Quizá este sea el destino de toda niña tímida (como lo fuí en algún momento) quedarnos con un oso silencioso pues nos susurra las respuestas adecuadas para contestar a aquellos que no comprenden nuestra naturaleza extraña e intimista.

Tengo mucho que agradecerle a este oso. Sebastian ahora lo mira y hasta cuando juega con él lo trata con consideración, sabe que es un oso anciano y que ya no está para algunos trotes, lo lleva de regreso a mi cama y lo deja ahí, descansando, reponiendo energías.

Ahora cuando me quedo trabajando/vagando por las noches, se queda conmigo, me mira y me dice susurrando (como siempre): "cuidate, si te morís por esa vida de desvelo que llevas, ¿qué voy a hacer sin vos? seguro me destierran y no voy a tener más remedio que morirme con vos".

Tito lo sabe... no lo heredaré, no tendré descendencia para que pase como reliquia a otras manos más jóvenes, seré egoísta y será exclusivamente mío, él tiene la culpa... ¿porqué convenció a mi mamá hace más de 32 años a que lo llevara con ella para ser el guardian de la niña que nacería en Diciembre y qeu decidió que Octubre le gustaba más para nacer?

Esta mañana, mientras escribo este pseudo-reconocimiento a este mi amor infantil, escucho esta canción que mi papá ponía en Radio Venceremos, en aquel lejano apartamento de la Zacamil y yo... abrazada a mi oso y él abrazado a mí... la escuchábamos y ahora... es inevitable no recordarla.

Gracias Tito por vivir en mí.



Porque el idioma de infancia
es un secreto entre los dos.
Porque le diste reparo
al desarraigo de mi corazón.

Por tus antiguas rebeldías
y por la edad a tu dolor
por tu esperanza interminable
mi amor, yo quiero vivir en vos.

No hay comentarios: