miércoles, 14 de noviembre de 2012

5:00

Amanece. Dos gallos dan clase de canto, un pichon da su cucurrucucú en el almendro. Un muchacho anuncia el paso del pan francés por la calle. No estás acá.
Amanece. Te escribo una carta tonta, diciendo lo obvio, tratando de sacarme algunas cosas de la cabeza del corazón y del hígado. Una moto arranca y su estruendo es solo una forma de evadirme.
Amanece y hago cuentas de las horas dormidas. Los días son más cortos y las noches despejadas. Hago recuento de todo lo que implica estar despierta a esta hora, de todo lo que me habita.
Amanece y qusiera estar entre tus brazos. 

No hay comentarios: