lunes, 18 de febrero de 2013

Hay una blusa verde en mi armario

Es curioso cómo pasan las cosas que no planificamos, las planifican otros por una. 

Me sucede que cuando voy terminando una tarea y el tiempo empieza a ser relajado es cuando recuerdo cosas que he dejado pendientes: de salud, en mi necedad de querer ser escritora, en mi papel como hija, en mis planes de vivir sola.

Ayer, en medio de la tranquilidad familiar, volvió a saltar a todas luces que tengo que ir donde el médico, de buscar otra opinión y de resolver de una vez por todas esto que me aqueja. Por supuesto, ahorita se los estoy contando ya tranquila, pero ayer quería llorar y quedarme tirada en la cama teniéndome autocompasión de esto que tanto miedo me da. 

Quería agarrar el celular y desahogarme en un mensaje-correo y desporticar contra esto que tanto me molesta y que si no fuera por mi maña de estar ocupada y de tener una imaginación bastante grande, ya me habría vuelto loca... o simplemente escribir "en este momento sería genial un abrazo tuyo". Pero no. Una tiene que ser una mujer fuerte y contenida de sus emociones. 

Tengo la horrible maña de sentirme sola sin estarlo. 

Mientras hacía mi berrinche del día, de la semana... llegó mi mamá y dijo lo que siempre dice: "ya va a pasar", "vamos a consultar a otro doctor", "ya hablé con tu tía por si te queres ir para los planes si te operan"... terminamos riéndonos de esto, como solemos hacer y decidimos ir a desayunar con mi papá. Nos fuimos como hace 30 años, solo los tres.

Me gustó estar con ellos en domingo, recordamos cuando en aquel entonces ellos me sacaban a mí y ahora soy yo la que los saco... desayunamos por ahí y justo cuando creí que era todo... mi mamá utilizó su muy bien conocida estrategia para alejar los males... ir de compras.

Verán, a mi no me gusta, me abato ir de compras y más con ella, porque empieza a hacer sugerencias guajiras y me frustro y se frustra porque nuestros gustos en indumentarias no son para nada iguales. 

Resumen: dos horas después yo no había encontrado nada de mi gusto y ella había hecho más de 15 sugerencias fallidas... se me quitó el romanticismo de eso de las salidas con ellos ¬¬

Mi mamá siempre ha tenido la teoría de que una debe vestirse y arreglarse MÁS cuando peor se siente de ánimos porque eso ayuda... dice ella. Empezaba a fastidiarme cuando la encontré. Es linda y floja, es fondo verde con flores finas, a pesar de haber a la par una versión en azul, agarré esa y me la probé. Me gustó lo que vi en el espejo. No recuerdo desde cuándo no tenía esa sensación de autogustarme. Es cierto, puede parecer tonto, pero me pasa.

Después de decidir comprarla vinieron como corriendo otras dos blusas... terminé de comprar y  nos fuimos. 

Luego menesteres propios de la familia: que si comprar un repuesto que nos hacía falta para un electrodoméstico, que si ir al supermercado, que si pasar a almorzar, que si me detengo a ver libros (no lo puedo evitar)... la vida es sencilla también.

Hoy cuelgan en mi armario tres blusas, pero una es verde... es especialmente particular porque no me gusta la ropa verde, evito ese color, como evito otras cosas sencillas y a veces eso es el origen de cosas complejas de las que luego reniego o no comprendo. 

Mi mamá tendrá sus teorías ultra femeninas y yo tendré mis actitudes de "feminista de cajón" pero igual siempre hay un momento en el que logro entender ese lenguaje cifrado con el que ella me habla... eso que me dice... es bueno verse linda, no para otros, para una misma y saber que podemos cambiar de opinión ante los colores o estilos, que es bueno sentirse bien, más en domingos depresivos como ayer. 

Hay una blusa verde en mi armario y pensamientos distintos en mi cerebro. 

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