Hace un par de días me llegó la noticia de que la Corte Suprema de Justicia dio su fallo sobre el caso del Diputado Rodrigo Samayoa.
Según la resolución dice que el mencionado tipejo debe ser restituido como diputado, regresarle el fuero y además, los salarios y bonos no entregados, que en total suman más de $52 mil.
Por si no lo recuerda, o no viven en mi país, Rodrigo Samayoa fue denunciado por su entonces esposa por haber sido golpeada, esos días fueron de gran relajo y todo mundo habló hasta por los codos en mal de ella y también de él. Que si ella es una borracha, una tragahombres, una vivian... que si él es un viejo rabo verde (creo que le lleva más de treinta años de edad a ella), que si troglodita, que si un montón de cosas más.
Como magnífica opción de huida, justo a los días de la golpiza, a él le dio cáncer en la garganta y se fue a Estados Unidos a ser tratado, ahora está de nuevo en el país, milagrosamente curado y repuesto físicamente. Es una maravilla la medicina gringa al parecer.
Todo este relajo volvió a mi indignación perenne por el mensaje que da la CSJ, que una persona que fue elegida para representar los intereses de las personas que votaron por él puede hacer lo que le pegue la gana, incluso apalear a su pareja y eso será catalogado como "delito leve" (me pregunto si para esta resolución consultaron a la abogada defensora del asesor legislativo que fue encontrado culpable del mismo delito, esa señora que expuso en el juicio que la violencia contra la mujer viene desde tiempos de las cavernas y que no entiende por qué ahora no lo ven como una cuestión natural).
Algunas diputadas de diferentes fracciones ya se pronunciaron en contra, al leer la noticia, me dio una especie de alivio pensar que al menos alguien (y de mi mismo género) dice no estar de acuerdo con los machos políticos. Pero luego recordé que dentro de la misma Asamblea Legislativa se han cometido atrocidades contra las mujeres, por ejemplo, el caso de Iris Chavarría.
Iris Chavarría era empleada de la Asamblea Legislativa, hace unos años presentó una denuncia por acoso sexual contra otro diputado. En resumen: el juez que vio el caso no solo falló en favor del diputado, sino que además permitió y abrió la puerta para que éste demandara por difamación y ahora Iris tiene que indemnizar a su acosador por haber tenido el valor de denunciarlo.
Esto me deja en claro varias cosas:
1. Violencia contra la mujer no solo son golpes.
2. Existe una gran y grave desarticulación por parte de las diputadas, es grave pensar que solo representan el 27% de la totalidad del pleno legislativo, pero peor es que no se pongan de acuerdo como bloque de género para defender los intereses de las mujeres.*
3. La política seguirá siendo ese papá impositivo y enojón con las mujeres, quienes creen que las mujeres debemos pasar de la casa de nuestros padres a la casa de nuestros maridos y que temas como el aborto, la lactancia materna, los casos de violencia y hasta de por qué el feminicidio tiene que ser una tipificación distinta en casos de asesinato... seguirán siendo temas que los hombres determinen y no las mujeres.
Es una tristeza comprobar que ser mujer en países como El Salvador, a veces está muy cerca de ser un riesgo.
*De 84 personas que integran el cuerpo de la Asamblea Legislativa solo 23 son diputadas propietarias, a ellas se suman 25 diputadas suplentes.
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