viernes, 12 de julio de 2013

Pablo Neruda

A mí me gusta la poesía de Pablo.

Pero no tanto sus poemas de amor y canciones desesperadas... sus cien sonetos... la culpa la tiene una profesora que tuve quien me hizo copiarlos de castigo por no sé qué puntada dicha a media clase, los que me conocen se imaginarán que habrá sido algo así como "... es que me da pena..." y puesi, los graciosos de mis compañeros no eran lo suficiente discretos y lograron que me expulsaran a la biblioteca durante todo un mes de la clase y fuera a parar a la biblioteca y copiar los pinches poemas.

A mí Pablo me gusta por revoltoso y sexual... ash si...

Como cuando decía:
"Rodando a goterones solos,
a gotas como dientes,
a espesos goterones de mermelada y sangre,
rodando a goterones,
cae el agua,
como una espada en gotas,
como un desgarrador río de vidrio,
cae mordiendo,
golpeando el eje de la simetría,
pegando en las costuras del alma,
rompiendo cosas abandonadas,
empapando lo oscuro.
(Agua sexual)

Porque seamos honestos, el amor entre dos adultos no puede ser solo romanticismo y de a poco el dichoso romanticismo se va transformando en maneras más sutiles y entretenidas de convivencia. Lo sé... soy una inadaptada hasta para eso.

El asunto es que Pablo me gusta también porque decía las cosas de esa manera particular que nos hacía sentir tontos pero gloriosos... como para descifrar sus enigmas... como cuando me tuve que aprender un poema suyo porque un profesor de letras me dio garabato de que yo traía para declamadora... que era una juglar actual y todo eso... y pasé dos semanas repitiendo como loro (casi todo el día y en todo lugar):

Si solamente llamaras,
su prolongado son, su maléfico pito,
su orden de olas heridas,
alguien vendría acaso,
alguien vendría,
desde las cimas de las islas, desde el fondo rojo del mar,
alguien vendría, alguien vendría.
(Barcarola)

Y puesí, una cuando tenía 18 años soñaba con encontrar a un Pablo y ser su Matilde, porque una pensaba que  la dichosa Matilde (la de veras) había sido una gran zorra pero con una suerte magnífica... y nunca le confesé al Padre Anibal que luego que nos llevó al cine a ver "El Cartero de Neruda" a todo el humanístico, yo pasé dos semanas sin comer con tal de ir a verla de nuevo yo sola y soltarme en lágrimas amargas al escuchar al cartero haciendo una grabación de todo lo que amaba para enviarlo a la mujer que amaba y si... era una cursi... en realidad sigo siéndolo, solo que ahora se me nota menos.

Pablo me gusta porque doblegaba a las palabras, como a sus mujeres, a punta de ternura y de sexo.

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