martes, 2 de julio de 2013

Los costos de la adultez

Nos han engañado… pasamos más de 18 años deseando ser adultos, todo para que a los 35 años deseemos volver a la edad más feliz (en mi caso los 17).

Y es que llegar a la adultez no es una ganga, una pensaba que con esa edad se ostentarían permisos concedidos para los vicios, la vagancia y la autonomía desmedida (tomar, fumar y co… si… eso), al final el Ministerio de Hacienda ha sido el que me hizo aterrizar de zopetón esta semana, cuando me dijo… nonono.. ¿usted quiere ser autónoma, independiente y ser “macho sin dueño”?, está bien…  pero tiene que pagar sus impuestos.

Impuestos… ese asalto al que los “independientes” nos sometemos, nos imponen una serie de medidas, restricciones y sobre todo… pagos que al final hacen que repiense eso de ser adulta. Alguien alguna vez me dijo que los viera como “un arancel de la libertad” pero no, me niego. Tanto que cuesta ganarse los pesos que lo alimentan a una para que le quiten la renta, el iva y no sé qué otras cosas más.

¡Protesto!

Y puesi, ejercí mi soberano derecho de hacer berrinche,  y ahí me tenían quejándome con el pobre Miguel, cuando decidí abrir un periódico on – line, que además de noticias se dedica a hacer foto reportajes… ¿para qué?

El de esta semana es sobre las condiciones de vida en un hogar para personas con discapacidades mentales y enfermedades psiquiátricas. Más cólera cuando leí el risible presupuesto que les da el INSA y que a comparación de otros gobiernos, ahora están en la gloria porque tienen pampers para adultos… todo por los impuestos.

¡Aquella indignación que me agarró! De pensar que como a mí, muchos otros profesionales independientes, tienen que emitir facturas por los servicios que prestamos y que de paso muchos de esos impuestos quedan en un limbo (llámese cuenta de ahorros de algún político o servidor público) y no llegan a donde podrían dar un fruto mejor, por ejemplo este hogar ubicado en San Martín.

Definitivo, mi alma no está preparada para tanta pendejada de otros adultos. ¬¬

Luego recordé que me llegó una invitación para escribir un artículo sobre el tema de la pobreza, pero que tengo que enfocarme en la pobreza europea. Para empezar ni sé cómo es allá y a pesar de que sé que la pobreza es jodida donde sea… creo que la de acá, la pobreza que vive mi pueblo y esta que a veces siento acechar en formas de miseria humana ha de ser más jodida.

Lo siento, quiero regresar a mis 17, quizá porque además de ser la edad en la que más me divertí, también porque en ese entonces, creía fervientemente que la humanidad tenía arreglo.

Tonta de mí. 

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