Doce días son muchos días para no escribir, en este tiempo me he hecho muchas preguntas, entre las que más conciernen a este espacio esta: ¿Y si dejo de escribir?
Decirlo se dice fácil, no es que estos días sufriera demasiado por no publicar acá en el blog, de hecho se instaló un silencio bien feo dentro de mí luego del accidente que no permitía que escribiera. No recordaba muchas palabras y otras se me hacían un acertijo recordar cómo escribirlas bien. Me sentía estúpida.
En el fondo creo que he estado ocupada pensando en lo que quiero, pero como casi siempre es tan difícil, me resulta más fácil contestarme qué NO quiero. Creo que así somos las personas, solo buscamos respuestas que nos den un poco de paz.
Si dejara de escribir, creo que ya no me sentiría tan triste o dejarían de sorprenderme cosas bellas que lea o simplemente no me horrorizaría de leer noticias fatales y sus consecuentes comentarios que me dicen que la humanidad se terminó de ir al carajo y el miedo no se instalaría dentro de mí.
Si dejara de escribir a lo mejor no tendría la misma capacidad de enamorarme de nuevo y la vida solo esperaría a que la muerte llegue, el silencio sería eterno y aunque lea... no podría compartir una parte de mí con las personas que amo y los colores tendrían nombres que nada significarían si no fueran parte de mis escritos. El viento solo sería un fantasma que se instala en mi cuarto a las tres de la mañana. No podría describir el alto y el ancho de las minúsculas plantas que están creciendo en mi ventana, no podría maravillarme con el majestuoso tapiz de tu espalda y escribir en ese tapiz algunos deseos.
Probablemente sería común y silvestre, nada me sorprendería y nada podría convocar la alegría que suelo tener cuando me siento frente al teclado y dejo que mis dedos dancen sin cesar palabras que tuve que aprender en treinta y pico de años.
Por supuesto sé que dejar de escribir también me daría un poco de calma, un poco de quietud... esa extraña tranquilidad que solo he podido encontrar cuando recibo un abrazo.
Es tan difícil decidir si escribir o no, porque a veces recuerdo a todos los personajes que aún están dentro de mí, esperando a nacer en papel y tinta, esperando a que la vida se les materialice en un respiro, en una cuartilla, en un tic tac de teclado.
¿Y si dejo de escribir?
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