Marlon

Lo encontré hace once años, él era jesuita y yo era maestra. Él estudiaba filosofía y yo estaba dándome duro con las Letras.

Es el ser humano más distraído que conozco, sí... hay uno más distraído que yo y ese es Marlon Carranza.

Tiene la cualidad de estar ausente de este y de otros mundos sin dejar de existir. Se desaparece y de repente aparece como si hubiese estado ahí siempre, supongo que es una especie de ser etereo.

De repente, justo cuando parecía que mi vida tenía muchos cambios, hubieron algunos cambios para él también y teminamos siendo un par de solteros recién salidos de sus compromisos inmediatos, él con los jesuitas y yo con mi familia. Fuimos vecinos y ambos pasamos por un tiempo de readaptarnos a la sociedad y de aprendizaje a vivir solos. Lo logramos con elegancia.

De repente... nuevamente... nos perdimos... y dejamos de vernos, hasta hace un mes, tenía tres años de no verlo y solo apareció para decirme que se marchaba, ganó una beca y esta mañana partió hacia gringolandia.

Que te vaya bien querido amigo, han quedado la memoria de nuestros cafés vespertinos, los viajes imprevistos a Nejapa (con sus respectivas trabazones de dos horas), los conciertos de los Hombres G y las interminables reuniones. Queda también la expectativas de un reencuentro dentro de algunos años más. Buena suerte.