sábado, 23 de noviembre de 2013

Hay flores en mi casa

La gente tiene un concepto previo de mí y ni se dan cuenta que es todo lo contrario. Durante años pensaron que no me gustan las flores. Pues se equivocan, me gustan... y mucho. Pero suelo no tenerlas cerca porque me confieso descuidada en el proceso de cuidarlas. 

Hasta ahora.

Hace un año exactamente regresé a Suchitoto luego de hacerme muchos exámenes médicos y de que mi doctor me diera un diagnóstico frío y determinante... cáncer endometrial. Recuerdo que llegué a casa que compartía con Emmety y Tatiana, ambas estaban en la sala, durante varias semanas me habían visto muy mal y me habían asistido en los días de dolor y hemorragia. Justo ese mismo día que regresé también me llegó una noticia que me emocionalmente me había dejado llorando constantemente. Me sentía sola sin estarlo en realidad. En mi necedad de ser fuerte y seria entré y las vi sentadas, conversando de lo lindo. Me preguntaron qué tal me había ido. Ambas tenían el rostro esperanzado de escuchar alguna noticia que nos calmara la aflicción. Las mujeres somos así, cuando hay cariño los dolores se comparten un poco más allá. 

Sin preámbulos y muy seria se los dije: "el doctor dice que tengo cáncer, me siento cansada... me voy a dormir". Las dos me vieron con los ojos desorbitados, para calmarlas les dije que no tenía tiempo de afligirme, tenía mucho trabajo y tantas cosas que arreglar que tener cáncer más que una aflicción se constituía como un inconveniente, así que no pensaba en morirme, ni de la enfermedad ni del susto. Con eso me fui a dormir... bueno, al menos a acostarme, desde mi cuarto las escuché hablar. Tatiana tiene la teoría de que mi cerebro se activa aún más ante las cosas que emocionalmente me descuajan y trato de racionalizar todo para entenderlo y no sufrir. Quizá tenga razón. 

Pasaron los días, las semanas, los meses. Tantas cosas pasaron también.

Mi trabajo en Suchitoto terminó, Emmety y Tatiana siguieron siendo muy cercanas a mí, es imposible no serlo... vivimos juntas y vivimos un tiempo un poco agitado, eso da más elementos para solidarizarnos ante nuestras cargas laborales, nuestros problemas familiares, nuestras relaciones (a veces disfuncionales) con los hombres, nuestros propios demonios. Regresamos a nuestras respectivas casas y yo tomé la decisión de mudarme definitivamente a San Salvador. 

Durante este último año ha habido de todo: tratamiento médico, accidente de tráfico, desempleo, peleas con mi madre, tristezas, deudas... pero también alegrías, risas y esperanzas, encontrar un nuevo espacio laboral, ir comprando, poco a poco, lo necesario para vivir con dignidad, conocer a nuevas personas, dar con mi actual doctora que llevó calma, alivio y un diagnóstico mucho más alentador. Puedo decir que atesoro, ahora, nuevos y hermosos recuerdos, libros y una nueva forma de querer a la gente que me rodea. 

Emmety, Tatiana y yo cumplimos años en el mismo mes. Hace unas semanas atrás nos reunimos para celebrar... desde marzo no nos reuníamos las tres juntas. Para la ocasión Emmety nos regaló a Tatiana y a mí una plantita. Una violeta. 

En esencia las violetas son unas plantas bien delicadas, son poco resistente y si no se le atiende con disciplina empiezan a morir. Sufrí al recordar la primera violeta que me compré al mudarme sola hace diez años. La diferencia, diez años más tarde, es que ahora ya tengo más experiencia. Soy más cuidadosa. 

Tomé mi plantita y le busqué un lugar adecuado, donde le diera luz, pero que no le diera el sol, cada cierto tiempo le pongo agua, le corto... con gran delicadeza... las flores que van muriendo y admiro con fascinación los capullos que siguen surgiendo. Mi violeta, desde que llegó, no ha dejado de tener flores hermosas. 

No se imaginan la alegría que me da ver sus flores cada mañana, es una forma de recordarme que una tiene que dedicarse cuidado, a otros y a una misma. Ser disciplinada en el cuido, entender que se tiene que desechar lo que ya no sirve, beber agua, que cae tan bien que te hablen con cariño, que te hagan compañía y que se sorprendan cuando una amanece linda. Esta plantita me prodiga color a la sala vacía de muebles pero llena de luz. 

Es lindo tenerla, es lindo tener flores en mi casa. Es la mejor manera de recordar que la vida trae de todo y que una es fuerte para soportarlo. 


Gracias Emmety. 

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