10:15 a.m.
Sebastian y yo en la casa, solos.
Persecusión previa al baño. Mi sobrino es un cochinín... no le gusta bañarse. Así que así estaba yo, siguiéndolo por toda la casa cuando opté por otra táctica. Me senté en una silla del comedor... para esperar a que pasara por ahí y echarle la mano encima. Cuando. De repente. En mi quietud. En mi tranquilidad sabatina...
Sentí.
Percibí el movimiento.
Sebastian también lo sintió, se detuvo en seco, se quedó quieto, miró la antena del televisor, la vió vibrar, moviéndose intensamente. Abrío mucho los ojos, en total susto, giró su cabeza hacia mí, me miró sorprendido... como preguntándome "¿por qué se está moviendo todo?"... instintivamente corrió hacia mí, dándome los brazos para que lo chineara.
Sebastian también le tiene miedo a los temblores. Lo abracé y sentí como su pequeño corazoncito latía fuerte y claro, mi corazón, pegado al de él...se unió a su sonido, ambos retumbaban como convocando a esta canción: Cuando pase el temblor
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