domingo, 25 de enero de 2009

Nuevas esperanzas...

viejas costumbres.

No puedo negar que me gusta deshacerme de viejas costumbres, no me gusta depender de nadie (irónico, porque suelo pedir ayuda de mis amigos/as y hace poco hasta mi familia) pero en el fondo del asunto, quisiera... QUISIERA ser más autónoma.
Mi madre ha estado dicíendome que no puedo seguir así. "¿así cómo?" es la pregunta que salió de mis labios. Ella, estupefacta se me quedó viendo, como cuando pequeña me lanzaba esa mirada en signo claro de desaprobación cuando yo no quería darle un besito a la señorona a la que nunca en mi vida había visto. "Sos lo peor" quiere decir esa mirada.
No, mi mamá no es mala gente, es que solo se hace ilusiones de tener la hija que siempre quiso y no ésta que tiene. Ésta que es medio loca, soltera a los treintaytantos y sin hijos, ésta que le da dolores de cabeza porque no le sale el pisto rápido, o porque piensa que era más importante estudiar algo que le apasionara y no algo que la hiciera rica y la sacara de la pobreza. Me insiste, me insiste: "tenes que ir a misa" "doblá la rodilla" "ya no tenes tiempo que perder"...
Mi mamá y yo aprendimos a llevarnos mejor a partir de mi decisión de no rezongarle (tanto), porque es peor tenerla de enemiga que de conviviente agradable. Quiero mucho a mi madre, la he visto luchar por mí y por mis hermanas... y ahora por Sebastian, la he visto bien y la he visto mal, me rescató de la locura y me trajo de regreso al mundo de los vivos. Se lo agradezco, pero a veces he llegado a pensar que hubiera sido mejor morirme de una sola vez, porque en definitiva a veces este mundo no me gusta tanto... pensar que he tenido tantas oportunidades de partir a otra dimensión y esta señora de cincuentaytantos no me ha dejado... pero ni modo... aquí estoy, camino, respiro, leo, escribo, vivo y hoy me como una crepa mal hecha.
Mañana voy a una entrevista de trabajo... para alegrarle la vida a mi mamá.

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