domingo, 25 de enero de 2009

Vicios accidentales...

Y pues si... uno es humano, débil y flexible. De gusto extenso y propenso al descubrimiento de nuevos placeres.
Y si me surgen preguntas accidentales, también me declaro propensa a vicios adquiridos por puro accidente... "yo pasando iba y me agarraron", dirán algunos...
  • Empiñadas: de las del señor que pasa por la colonia los sábados por la tarde y las que venden en la puerta del diablo
  • Café: no hay que dar mayor explicación, puede faltarme hasta el agua, pero no el café.
  • La música de Soda Stereo en tiempos de fúrica frustración: este vicio inició en la adolescencia gracias a la influencia de Michelle Hernández que me los presentó.
  • Pisco, Tequila, Ron y vino blanco: cuando no tomo las cosas en serio, tomo alguno de estos brevajes.
  • Los poemas de Roque Dalton son un vicio encarnizado en tiempos depresivos.
  • Ver películas por la tarde, vicio que me dejó Vicente Hernández, mi abuelo materno, quien terminaba dormido frente al televisor y a mí a su lado bien clavada en las películas que pasaban en el canal 6 allá por 1988.
  • Poemas de Mario Benedetti: yo ni me había fijado, pero Gerardo me lo reveló, siempre que ando ilusionada me pongo a leer a este viejito.
  • Los cuadernitos chiquititos y de pasta dura: porque son tan prácticos y útiles a la inspiración, versátiles y acogedores de mis versos que salen en buses, cines y otros lugares sin computadora.
  • Ir a comprar devedes piratas al centro: sé que no es correcto, sé que no es ético, sé que no es legalmente moral, pobrecitos los productores, no serán más ricos gracias a las hordas de inconcientes que como yo le damos de comer al pirata. Además... es la única forma de tener acceso a algunas películas.
  • Ponerles nombres históricos a mis mascotas: Atila, Rasputín, Alfonsina, Vlad son algunos.
  • Leer: mucho y de todo, reciclar y descubrir... sentarme en alguna librería y hojear libros que por el momento no puedo comprar.
  • Los abrazos de peluche de Sebastian: modalidad tan suya de abrazar, en triple afecto, es decir, me abraza a mí y al mismo tiempo a algún miembro de su fauna de felpa. Por lo general este tipo de abrazos ya son de despedida nocturna, luego de nuestro acostumbrado momento lúdico.
  • Recordar: este es el único vicio que a veces me estorba.

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