miércoles, 1 de agosto de 2012

Nunca se camina con alguien

Como soy un ser humano romántico y utópico, he pasado tiempo pensando que sí, que sí se puede caminar junto a otra persona. Hace poco me sacaron del error y caer en la cuenta de este hecho fue como cerrar una enorme reja a la salida de un jardín escondido. Supongo que es lo que sucede cuando una sale de ciertas inocencias y se vuelve (cada vez más) cínica y adulta. 

No crean, es bueno después de todo asumir estas verdades, aunque feas y determinantes, porque así los sueños son menos impactantes, como el que tuve ahora... soñé que iba viajando, aunque sabía que iba acompañada no lograba verlo a él, sabía que iba conmigo, pero igual lo buscaba, igual deseaba encontrarlo, no por las urgencias de la piel, ni por los besos furtivos, ni por cuestiones meramente pasionales, ni por las exaltaciones de la cercanía. Nada de eso. No era eso lo que me hacía buscarlo, era otra cosa, era otra la sensación, era una forma tibia de necesidad.

Mucha gente pasaba a mi lado mientras lo buscaba, sabía que en medio estaba... de todos los conocidos y desconocidos que vi en mi sueño, solo dos lograron detenerme y pudieron comunicarse conmigo en ese lenguaje extraño que es real, a ninguno le dije qué hacía, ni a quién buscaba, tampoco les conté de mi ansiedad, ni de mi sentimiento de soledad, ellos... como siempre, me vieron impávida y serena, más bien ocupada en otras cosas menos trágicas y menos desbordantes, en cosas cotidianas como pelear contra las corrientes de la cotidianidad. 

A medio sueño, recordé que con él habíamos determinado un lugar dónde reunirnos si nos perdíamos... empecé a dirigirme a ese lugar... estaba segura que ahí nos encontraríamos, estaba segura que él también se dirigía a ese lugar, estaba segura de tantas cosas, lo que nunca pensé es si (en verdad) yo existía.

Y él estaba ahí... me esperaba, nombraba mis cinco letras, me esperaba y no vio cuando llegué, le hablé, le dije todo lo recorrido hasta llegar donde estábamos, le conté todo lo que podía contarle, todo lo que era necesario para que me conociera, todo lo que creí necesario que su corazón supiera. No me escuchaba, no me veía... yo no existía. mencioné sus seis letras y no fue suficiente para que él  pudiera saber que yo estaba ahí con él.

Sentí tristeza.

Desperté 

2 comentarios:

Miguel G dijo...

Pues yo creo que la gracia no es caminar al lado siempre, sino saber que hay momentos en que eso puede lograrse. A veces hay que caminar solo y nuestro organismo lo desea...
En cuanto al sueño... que te puedo decir; solamente que no andes comiendo antes de dormir... jajajaja, son bromas; a veces los sueños más locos son los más atemorizantes en nuestro subconsciente.

KR dijo...

Bayunco!