Aterrizábamos en séptimo grado y la furia empezaba a hacer estragos en mi recién abandonada infancia, cuando él aterrizó en este país, él y su hermano.
Fueron nuestros compañeros de clases y se constituyeron como los amigos que siempre uno quiere tener en tiempos de crecimiento.
Para mi fue una revelación nuestra relación, más... cuando se marchó. Confieso que fue él el muchacho por el cual mi corazón lloró por primera vez, pero el alivio de interminables cartas cada mes fue un bálsamo que le agradezco, hace poco, en la última mudanza... descubrí sus cartas, todas, encerraditas en una cajita de madera que compré especialmente para ellas, amarradas con listones de colores, separadas por año... leerlas fue releer mi propia historia: mis triunfos, mis desdichas, mis amores y los desamores, el clima nacional, mis estudios universitarios, mi relación familia y el seguimiento de la amistad con Emilia. Todo... todo estaba ahí, visto desde los ojos de mi amigo. Él me regalaba toda su historia en aquella sombría y gris Holanda. Fotografías, buenos deseos y tarjetas de navidad, cumpleaños y otras ocasiones estaban ahí.
La última era su tarjeta de bodas, se casó en la emblemática fecha 080808 y ha sido la única boda a la que he deseado ir y que por supuesto no pude asistir.
Como yo, Guillermo es un poco arisco... tiene a penas 45 amigos en el Facebook, casi el doble que yo, pero contrastante con otros "vínculos" que llegan a tener hasta 500 o mas "amigos".
Le agradezco a este hombre alto, seco y chele su amistad, porque ha sido incondicional y yo he tratado (a veces con esfuerzo) serlo también con él.
Hace unas semanas mientras recorría las calles de San Salvador, recibí su llamada, desde Alemania, donde hoy reside, me anunció su llegada al país en diciembre, desde entonces ese mes se ha tornado importante, a pesar de contener tanta publicidad y marejadas de personas que odio. Este diciembre será distinto.
Hoy cumple 33 años Guillermo A. y ayer que, con Emilia, recordábamos nuestros años mozos, inevitablemente él apareció en mis recuerdos de adolescente, es inevitable no pensar en él cuando pienso en mis años escolares y en mis años de joven universitaria, cuando él era un marciano y yo una venusiana, cuando me enseñaba palabras en francés y yo le contaba que Miguel Bosé venía a dar conciertos en la "feria", cuando llegábamos a la sabia conclusión de que la vida sabe lo que hace cuando nos reúne como de casualidad.
Feliz Cumpleaños Guille.
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