jueves, 30 de mayo de 2013

Aquí deciden los hombres

Vivir en un país como El Salvador es un riesgo generalizado, pero las mujeres (y tenemos que admitirlo) tenemos el doble de riesgo.

Mientras éramos unas veinteañeras universitarias, con Emilia, nos dimos a la tarea de revisar estadísticas sobre los casos de violencia en el país, bien feo el hobbie, ahí nos dimos cuenta que los hombres entre los 19 a los 28 años tenían un 60% de riesgos de ser asesinados en hechos de violencia. En cambio, para las mujeres del mismo rango edad (al que nosotras también pertenecíamos en ese momento) no solo teníamos un porcentaje mayor al de los hombres (un 68%) sino que además el "tipo" de muerte era distinto... para los hombres era cuestión rápida y limpia... llegaban (incluso en vía pública), identificaban y daban un par de balazos y  asunto terminado. Para las mujeres no, antes de ser asesinadas y descuartizadas, primero pasaban por la tortura psicológica y física de ser violadas, humilladas y denigradas. En resumen: la muerte para las mujeres (en el rubro de violencia) era más lenta y dolorosa. 

Eso no ha cambiado en los últimos años. 

Ahora ya no estamos en el rubro entre los 19 y los 28 años. Ahora ostentamos 35 años y la vida sigue siendo violenta. Ya no somos "target" de violaciones, el porcentaje se ha disminuido considerablemente, aunque hay excepciones. Ahora la violencia a la que somos propensas es distinta, es más sistemática y continua.

Leí hace unos dos días la noticia de la sentencia de un ex asesor jurídico de la Asamblea Legislativa. Un tipo treintón quien agredió a su ex pareja, una mujer joven y profesional. Me alegró saber que 3 de 4 jueces determinó su culpabilidad, según el registro de Medicina Legal, tuvieron que pasar 21 días para que los golpes que recibió la mujer pudieran sanar. Me puse a pensar que hace dos meses a alguien muy querido para mí tuvo un hecho de violencia donde salió golpeado y tuvo que pasar un tiempo más o menos igual para sanar. Es decir, en ambos casos, la violencia fue grave. El comparativo viene a raíz de que me di cuenta lo mucho que cuesta sanar físicamente, ahora bien... sanar emocionalmente es otro rollo bien aparte, en especial cuando quien te verguió no fue un desconocido, sino alguien que vive con vos, que se acuesta con vos, que come con vos y que en "un momento de locura por el alcohol" impuso su fuerza física y te agredió... como si fueras un desconocido.

Además de eso, otro detalle que me llamó la atención fue el hecho de que los abogados del energúmeno van a apelar para que en vez de los 6 años de sentencia, sean reducidos a 3... siendo que toda sentencia menor de 5 años es excarcelable, este tipo gozaría de libertad (tal vez condicionada, pero andaría por las calles campante)... no, no acaba ahí... lo que me horrorizó fueron las declaraciones y argumentos expuestos durante el juicio. 

Cecilia Melendez (pongo el nombre por si ustedes tienen el deshonor de conocerla, por favor retirele el habla inmediatamente) dijo... como argumento principal en el juicio... que la violencia contra las mujeres era una cuestión que viene desde los tiempos de las cavernas, donde hasta en los dibujos rupestres estaba reflejado que los hombres (machos) golpeaban y sometían a las mujeres y que se preguntaba POR QUÉ AHORA la sociedad insiste en promulgar leyes contra "eso" tan natural.

Mejor ni les digo qué sentí y qué pensé al leer eso, porque luego Miguel me dice que ejerzo violencia de género contra mi mismo gremio. 

¿Por qué se protege al hombre agresor? ¿Por qué UNA MUJER protege y defiende a un agresor?

No solamente eso, en este país tan acostumbrado a la impunidad y a la injusticia, ayer la Sala de lo Constitucional, falló en contra a la solicitud de Beatríz, mujer que solicitó que se le permitiera que le realicen un aborto de un embarazo totalmente fallido. Cinco hombre votaron en este caso. Solo uno votó a favor de la mujer, tres votaron en contra y uno, dijo que estaba de acuerdo con los tres anteriores, pero no por los argumentos expuestos, sino por otros (que no sabemos cuáles son).

¿Por qué deciden por nosotras? ¿Quién les ha dado la potestad de seguir pensando que somos las eternas menores de edad y "ellos" nuestros dueños?

Esta semana, entre tantas cosas, me pasó algo curioso (y bueno), al fin, una doctora me preguntó qué quiero hacer yo sobre el tema de mi salud. Durante más de cinco meses he recorrido varias clínicas y varios doctores y dos doctoras han visto mi caso, todos... absolutamente todos... me dieron la impresión de que me veían como objeto de estudio, no como una persona con un padecimiento que me aterra y me llena de angustia. Tuve que pasar cinco meses, dos tratamientos y sin fin de exámenes, para que una mujer me viera a la cara y me dijera que ella tiene otro diagnóstico y que sobre todo, yo puedo y debo decidir qué camino debemos tomar para detener ese padecimiento. Me trató con humanidad. 

Al final una puede decidir, claro, a la gran mayoría no nos dejarán, nos tratarán de disuadir, de tratar de imponer su status de macho alfa, pero una tiene que APRENDER a decidir, aunque nos de miedo, porque eso sucede cuando solo los hombres deciden: no nos dejan ejercitar nuestras capacidades y nos volvemos dependientes. Nos roban el espíritu y la fuerza. Dejamos de ser mujeres.

No importa el ámbito, la edad, el sector social, la capacidad adquisitiva, la educación recibida, la violencia contra la mujer es un problema generalizado, ya no solo es porque siendo joven te pueden violar, o porque de anciana te pueden abandonar a tu suerte, es porque durante toda la vida estamos expuestas a que otra personas, por lo general un hombre, quiera determinar lo que será de tu vida.

Por supuesto, y menos mal, existe un sector de la población masculina que, junto a nosotras, va evolucionando, ha salido de la caverna donde se golpeaban a las mujeres en la pre-historia y ahora caminan a nuestro lado, alentando nuestras luchas, por mínimas que sean.... ya sea una lucha por nuestra salud, por nuestra independencia y autonomía, por nuestra educación, por un salario y un trabajo dignos, a esos hombres, que votan a nuestro favor, que argumentan y que (de alguna manera) nos educan (en artes nobles e innobles), a esos hay que darles una medalla al mérito. 

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