Honestamente había estado tratando de no pensar en el apelativo de "santa" de esta semana, sin embargo el arraigo y la bulla fueron suficiente como para que le dedique un par de mis neuronas.
Ustedes saben, queridos lectores, que si bien es cierto, estudié algo relacionado con la religión, me gusta mas pensar fuera del contexto católico, más si espiritual del concepto de entrega...
Resulta que el sábado pasado, Don Miguel me soltó la pregunta que siempre temo: "¿Y usted cómo teóloga, qué opina de...? Y ahí me veía a mí misma rescatando no solo conocimiento sino valentía para hablar del asunto.
Hoy me decía Joaquín que eso de la mencionalidad de Dios para cualquier tipo de situación humana le da asco. Resulta que a mi amigo le parece que Dios, o su concepto como tal, es inoperante.
Del otro lado de la esquina tengo a Gabriela, mi hermanita, que desde hace más o menos cinco o seis años ejerce el cargo de Acólita en la parroquía cercana a nuestro hogar. Pasa Gabriela largas horas de esta semana consagrada al servicio en el altar (y fuera de él)... y veo que lo disfruta, lo hace con mucha entrega y dedicación. No sé qué concepto tiene ella de fe, o de religión, pero la veo feliz y me alegro por ella.
Personalmente creo que la fe es un proceso de madurez y que como tal, necesita estar sustentada por la experiencia personal de entrega libre de susceptibilidades. El amor de verdad es eso, sin compañía de reproches ni de chantajes emocionales. Y como ya lo he dicho (aunque confieso que a veces no lo practico): hay que ordenar los afectos.
Cada quién tiene su fe, cada quién la vive de la manera que mejor le parece. En lo personal creo que voy viviendo esta vida tratando de no tener sobresaltos, pero el esfuerzo se me queda corto, es decir... vivo con sobresaltos. Pienso en Dios. A veces ese es mi error, solo pienso en Él. Es decir, lo dejo a nivel de raciocinio y no lo llevo a la sensación, pero cuando lo he logrado... ah... es maravilloso sentirlo.
Pienso en Él específicamente este día, porque resulta que creo que este es el peor día. No se me sobresalten, voy a explicar. Sé que el viernes es cuando se desenlaza todo, es torturado, es humillado, es vapuleado, crucificado y encuentra a la muerte a eso de las tres de la tarde. Pero el día jueves, más bien en la noche de este día se enfrenta a las peores manifestaciones humanas, el primer atentado en contra de El, fue a través del afecto.
Es traicionado con un beso, el afecto es empañado, el miedo cobró facturas grandes, la duda y el terror hacen desear con fuerza que la voluntad del Padre sea otra... pero al final, el abandono a lo que se disponga.
La muerte ronda, se frota las manos y esta lista para hacerse sentir, llama a su amiga la duda, a su sobrino el temor y despelleja de a poquito a los más valientes y los autoproclamados defensores.
La entrega, entregarse, darse, vaciarse, dejarse llevar aunque no se quiera ir, mirar con condolencia a los que después sufriran consecuencias, entregar a la persona más amada, confiar a pesar de la oscuridad. Solo esto es lo que rescata a esta infame noche de terror y traición.
Anoche vi una de esas escenas que montan en el atrio de la parroquía, estaba Él, de rodillas, apollado en una roca de utilería, su rostro sufriente, su rostro con grandes gotas de sangre rodando, con sus ojos afligidos, con su boca entreabierta. Segurito ha de haber sido peor la escena original.
Solo quiero acercarme y darte un abrazo, no decirte nada... vos no lo sabes, pero yo sé el desenlace, solo quiero susurrarte al oído: "tu corazón no merece esto, pero triunfará", darte un beso en la frente, dar la vuelta y adentrarme a la oscuridad.
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