jueves, 23 de abril de 2009

Oscar

Él y yo nos conocimos hace como treinta años, yo tendría un año con algunos meses y él estaba pateando los 25 mas o menos.

A mi padre siempre le he admirado su ser lúdico y suave, aunque los años y las experiencias han ido pasando facturas sustanciales (a veces) en su caracter.

Él siempre ha querido ser mi mejor amigo, cuando era una niña... él soñaba con que yo le contara todo, absolutamente todo, pero la adolescencia, la educación, la pena y la confianza no me dieron para mas y poco a poco fui haciéndome hermética, solo que él no logró ver que no solo con él, sino con el resto del mundo fue así. Esto no quiere decir que dejara de amarlo.

Muchas cosas he escuchado de mi padre, a veces han sido tantas que un día mi cabeza casi explota en confusión total, tendría yo como 12 años, quisieron implantar en mi la semilla de la duda y alguien mal intensionado dijo que yo no era hija de él. Comprendan, tenía solo 12 años y no encontré ninguna foto de él (conmigo o con mi madre) antes de mi segundo cumpleaños.

Ahora, veinte años después de que alguien quiso que la discordia rondara mi familia he comprendido que no importa que este hombre no me haya engendrado, de hecho... desde mis 12 años me planteé que si no fuera mi padre, eso no importaba, pues él igual es mi padre sin importar los circunstanciales lazos biológicos, los lazos afectivos son más sólidos, no solo para él, sino para mí también. Nunca le dije de esta persona y lo que decía a sus espaldas ¿para qué?

Tengo miles de recuerdos con este hombre gordito... siempre me pareció que es una versión muy salvadoreña de Peter Pan y he sentido su orgullo y cariño hasta en los momentos más difíciles de mi vida... no crean qué él habla mucho... no, es más bien callado a la hora de las crisis, no sé si es por miedo o por pena... se limita a estar ahí, sentado, callado pero vigilante. Siempre ha sido así.

Siempre me ha protegido de ver cosas desagradables, recuerdo como me tapaba los ojos cuando pasabamos frente a uno de los muchos cadáveres que nos tocó ver durante la guerra, recuerdo cómo me hacía recostarme sobre su hombro a la hora de los temblores, me abrazaba para calmar mi pánico y sentía como su palpitar calmaba el mío, recuerdo como me miró el día que le pedí por favor que no tomara más, pues su alcoholismo iba en crecimiento... me prometió que jamás llegaría borracho y durante 25 años ha cumplido fielmente a su promesa.

Él es el ser humano más calmo a la par de mi madre, es su complemento y su antagónico y para nosotras y para Sebastian ha sido, sino el mejor, una aproximación muy cercana al alivio enternecedor del cariño.

Oscar le ha prestado su nombre a un primo y ahora a su primer nieto... le queda otro nombre por heredar, Silvio, que espero poder utilizar yo para el nombre de alguno de mis hijos.

Oscar fue el único de mi familia que se enteró de mi intento de partida anticipada, se asustó mucho cuando le dije que pienso constantemente en la muerte y que la tristeza y decepción son dimensiones reales cada dia para mi. Oscar buscó la manera de amarme sin preguntas, ni regaños, ni juzgarme. Sabe que amo y no entiende a quién, pero lo acepta y lo asume.

Ayer, Oscar Silvio Rauda cumplió 54 años de hacer felices a quienes rodea.

Feliz Cumpleaños Papá