viernes, 15 de enero de 2010

Que diferente

se ve todo a la luz del día, algunas cosas me causan más sorpresa, otras más horror y en contadas ocasiones, sigo sin poder verles un lado menos feo, es decir... siguen igual que como las vi en la nocturnidad.

Hay cosas que son más rápidas, más bonitas y lustrosas en el día que en la noche, hay una sensación de falsedad que me hace dudar cuándo la verdad es verdad: ¿en el día o en la noche?

Amigos aparecen de día, cortésmente me aseguro de que estén bien, hablo con mi madre tratando de ser responsablemente amable y todos (los amigos, mi madre y yo) sabemos que son meramente tramites que permiten no salir al mounstruo que me habita y que clama por tranquilidad.

Es curioso ver el mundo a la luz del día, casi me dan ganas de ser feliz (como cree la gente que yo sería feliz) y tomarme muchos de mis neuro-supresores para que la serotonina no me falte nunca y poder cantar canciones de Lady Gaga, de Tito el Bambino y ponerme minifaldas y/o shortcitos, no rechazar al pretendiente-macho-proveedor-exaltadordemibellomodo (el que no tengo... ni el bello modo, ni el pretendiente) y no andar por ahí, agarrando buses que van a perdiciones previas o lugares sin regreso.

Me gusta la noche, porque dejo de pensar en lo que hace sufrir a otros... o veo más bonitas las cosas, porque a esa hora ya no hay necesidad de que NADIE quiera verme tal cual no soy.

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