Si. Mi madre debió haberme heredado su segundo nombre, quizá entonces así... yo no me perdería en mundos oníricos-subreales, no me gustarían los conejos... y los gatos parlanchines tendrían certeza de la comprensión de sus palabras, es decir... que pueda entenderles sin tanto rodeo y misterio.
Conociendo mi espíritu de contradicción, entonces yo sería una mujer normal, que no buscaría un pequeñín frasco para poder caber, porque siempre resulta que me siento desproporcionada a cualquier situación.
No tendría conflictos con un para de reinas de corazones, dormiría más y no me gustarían los vestidos azules.
Me pregunto: ¿dónde estará el sombrerero loco?
¿cuándo podré emerger de esta dimensión?
¿cuándo podré entender los dos mundos por donde camino?
A lo mejor, si mi madre me hubiera nombrado Alicia... me habría evitado todas estas alucinaciones.
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