martes, 24 de abril de 2012

La historia de cómo cada persona que se va me deja algo para vivir

Hace 32 años mi abuela, madre de mi padre, se marchó de este mundo. 

Siempre, en 24 de abril me da por revisar lo que significa esta tierra para mi, porque resulta que la idea distorsionada que tengo de la patria me hace tener sentimientos encontrados con los habitantes de ésta. 

Mi abuela fue una mujer de pueblo, rural y sencilla... por supuesto no tuve mucho tiempo compartido con ella, poco la recuerdo y las fotografías son el referente, sumado al recuerdo que sus hijos e hijas tienen de ella y que nos lo han ido traspasando en tradición oral. Que me perdone la abuela Erundina Rauda, pero muchas veces me he sentido más cercana a mi otra abuela, la madre de mi madre. Pero hoy... hoy la recuerdo, con mis propias imágenes del pasillo largo en San José Las Flores, Chalatenango, con su olor a tabaco y su gordura maternal. 

Mis hermanas se parece mucho a ella, sus bucles bien hechitos y ese color café de cabello, la mirada chispita y vivaracha... la palabra abundante y el mal genio lento... 

Mi abuela era rezadora, era la rezadora oficial del pueblo,pero también era cocinera...  en su cocina generosa se elaboraron cientos de tamales (de gallina, de cuche, pisques, de elote, de cambray y de chipilín) para novenas a la Virgen, a San José y más de alguna vela, también de ahí salían los marquesotes, los salpores y quesadillas para las pastorelas, las enormes cuchumbadas de fresco de tamarindo, de arrayán y de jocote para calmar la sed de las piadosas gentes que acompañaban al Via Crusis o al Santo Entierro.

Eso hacía mi abuela... rezaba y cocinaba... eso nos heredó a las siguientes generaciones. Porque dicen que decía que rezar y darle de comer a otros era lo más piadoso que podía hacer una de mujer, era la forma de contribuir a las causas y a las luchas, esas que no implican bombazos en un caserío o enfrentamientos con metralletas, sino esas causas y luchas cotidianas, esas que, igual, son el fermento de las primeras. 

Muchos en mi familia prefieren solo rezar, yo cocino... toda su variedad de atoles, las aromáticas quesadillas o sus empalagosas torrejas, sus generosos tamales, sus sustanciosas sopas o los simples y llanos frijoles molidos y refritos, esas recetas tan sencillas y complicadas a la vez... es cierto, a lo mejor le daría ataque a la pobre abuela, saber que no rezo, pero se aliviaría al saber que cocino, que entro a ese reino mágico de especias y hojas de huerta de manera honesta y desmedida y dejo parte de mí en los alimentos que salen emplatados para que mi papá los pruebe y diga "solo mi mamá hacía así los huevos picados, nadie logra dejarlos igual... solo vos" y yo sonrío pensando que esa mujer enorme, con sus camándulas y santos pegados en la pared, logró heredarme una forma de darle algo a otra persona. 

Mi abuela, fumadora de puros, trenzadora de los cabellos de sus hijas, valiente madre soltera de mi padre, generosa mujer que bien daba comida, hamaca o cariño (o todas a la vez), rezadora mujer de fe, mujer de carácter, mujer de dulce sonrisa, castigadora de travesuras inusuales, dicen que siempre quiso tener muchos nietos...supongo que era para ponernos gordos de tanta felicidad rural, para enseñarnos que la felicidad está en lo sencillo y que la solidaridad es algo que nace de "nosédónde" en el corazón. 

Yo no rezo abuela... pero cocino, guíame en mi instinto culinario.

4 comentarios:

Miguel G dijo...

Que bonito recuerdo de tu abuela, se nota que escribes muy bien. Hasta casi me animo a ir a tu lectura de poesía.... talvez vaya, aunque como no soy muy gregario no creo.
Te soy honesto, me sorprendió que tengas el arte de la cocina ya que uno preconcibe ideas de las personas y por tus ideas y por tu edad no lo imaginaba.

KR dijo...

Muchas gracias por leer :)

Yo tampoco soy muy gregaria, pero he ido aprendiendo poco a poco a estar "inserta" en ciertas ocasiones en estos lugares. Ojalá se anime a ir, aunque sea un ratito.

A veces somos portadores de cosas que otros no sospechan, eso pasa, lo bonito es descubrir a las personas más allá de las primeras impresiones.

Tengo una hermana que está estudiando gastronomía, es la primera que cocinará de manera profesional, el resto somos amateur ^^

De nuevo, gracias por pasar por este rumbo de vez en cuando

S0y la Que No Buscas dijo...

Que bonitos recuerdos, es más su abuela me recuerda a la mía, también fumadora, aunque de cigarrillos, cocinaba rico :B y tenía una hermosa sonrisa, lastima que las abuelas se mueren :/


saludos!!!

KR dijo...

Querida:

Las abuelas se nos mueren, pero siempre se quedan con una, en muchas formas y en muchos recuerdos... es lo lindo de la vida.