Las personas que me conocen saben que soy una tipa de gusto sencillo. No me gustan las extravagancias, solo la vagancia.
Por lo general no espero regalos en navidad, no sé... quizá porque no me gusta la época no espero, pero me gusta regalar algunos detalles a mi familia, después de todo, ellos no tienen la culpa de mis daños irreversibles en lo emotivo.
Pero resulta que el pasado 21 de diciembre, día del solsticio de invierno mi amiga Myrna y yo fuimos a almorzar, mi sorpresa fue que me llevaba un regalo, yo... impúdica mujer... no le llevaba más que mi cariño, yo sé que eso no cuenta como regalo pero pues... pero de algo cuenta...
Myrna me conoce... era algo sencillo... eran un cuaderno y una libreta, de papel en blanco y de tapa dura... de esas que me gustan porque puedo escribir donde sea con ellas... son manufacturadas por su sobrina, artista visual de este país.
Me gustan, no solo por su diseño "adaptado" a mi, sino porque tengo mucho tiempo de no escribir a mano, recuerdo que antes de tener blog, siempre tenía un cuaderno o libreta donde escribía todo lo que ahora vierto acá. Escribir siempre ha sido una magnífica terapia para este carácter de vikinga que me manejo.
Se siente tan bien cuando nos damos cuenta que hay alguien en este mundo que sabe lo que te hace falta.
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