Oscar Silvio es mi papá... y sí... este este es un post "cliché", me va a perdonar lo común y corriente, pero es cierto.
Los hombres siempre han sido (y al parecer, seguirán siendo) un misterio, no tanto porque quiera entenderlos o porque quiera que me entiendan, no lo señalo a ese nivel, sino más bien es en la cuestión más sobre lo que aprendo de ellos.
Por supuesto, mucho de lo que soy, lo soy por él. Bien sé que él pensaba que a estas alturas de la vida tendría "otro tipo" de hija, pero esta que le tocó... le salió dura, con el agravante del aderezo de sus propios consejos, de los cuales rescato los más importantes: "Siempre mirá a los dos lados antes de cruzar la calle", "la decisión tomada siempre es la correcta, aunque te equivoques, no te arrepintas" y "tratá de dormir", siempre me aconsejó en dos líneas: aprender a cuidarme sola y a estudiar.
Mi papá y yo nos reunimos un año y medio luego de haber nacido, no tuve su abrazo y ternura durante los primeros 18 meses de estar en este mundo. No sé donde estuvo ese tiempo, tampoco se lo he preguntado nunca, no me interesa en el fondo, solo sé que algo bueno estaba haciendo y eso es suficiente para mí.
Mi mamá dice que fue amor a primera vista, me tomó en sus brazos y no hubo retorno, ambos caímos en el hechizo de ese amor cómplice que hizo que este hombre tosco y caótico pudiera cuidarme mientras mi mamá tenía turnos en el hospital, que me enseñara a jugar fútbol, que insistiera en enseñarme a jugar con los niños más que con las niñas y que me mostrara las maravillas ocultas de las cosas cotidianas como cantar boleros, aprender los nombres de las plantas y asombrarme de todos los cambios que implica el atardecer.
Yo acababa de estrenar los 5 años cuando se enteró que mi madre estaba embarazada de nuevo y, aunque deseó con todas sus masculinas fuerzas un hijo, lo vi dichoso cada vez que nacía otra hija para su colección.
Desde entonces se dedicó a documentar la vida familiar, siempre tomó las fotografías donde salíamos felices y rozagantes de vida, son pocas las fotos donde él sale, siempre estuvo detrás de la cámara, atento a los mejores momentos para dejarlos congelados en la memoria, como cuando un día de vacaciones en el banco donde trabajaba llegó por Lorena al kinder y luego fueron a traerme al colegio, hicimos una gira por los museos de aquel tiempo: el J. Guzmán, el de Historia Natural en el Saburo... y terminamos en el centro de San Salvador, tomándonos una gaseosa de una gran máquina que tenían en una antigua farmacia y la servían en gigantescos vasos largos y unas pajillas dobladitas pa que una de chiquita pudiera hacer malabares y tomarse ese "refresco con soda".
Muchas cosas me ha enseñado mi papá en estos 32 años de amor filial, por él amo la música, lo lúdico y el ingenio para bromear.
A veces lo he sorprendido viéndome mientras yo me movilizo en la casa, a lo mejor se pregunta dónde se perdió la niña que le pedía melcochas y cuentos nocturnos, preguntándose por qué no tengo hijos y una vida establecida en la rutina y las convenciones sociales, preguntándose en qué momento terminé siendo la persona que soy. Por supuesto, él... como la mayoría de las personas que me conocen, sólo conocen el 60% de mi vida y no logra medir el tiempo que no conoce.
Nunca ha entendido por qué a mí estos días celebrativos me parecen una farsa comercial, a lo mejor él y mi mamá quisieran una hija más celebrativa, pero no, les tocó esta que a penas y les dice felicidades, más no saben que, en el secreto, con esto, que es lo único mío en realidad, las palabras... les doy el homenaje que se merecen.
Este mayo quiso darme por el lado flaco del afecto, estuvo muy enfermo, luchamos mucho, discutimos bastante, nos acomodamos a una rutina diferente, pero sobrevivimos... completos... y aquí estamos, él durmiendo y yo escribiendo frenéticamente, como siempre.
Ya les he contado por qué Café Tacvba me recuerda a mi papá, pero si no lo han leído, puede darle clic AQUÍ... para mientras, les dejo ésta, que es nuestra canción oficial de "padre e hija"
^^ se me olvida... feliz día papá....
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