amanezco con la mente más distorsionada que de costumbre, como si algo se hubiera desconectado dentro de mi en la breves horas de sueño.
Amanezco con el pensamiento pesado, tratando de encontrar la lógica a lo que no la tiene, como en una interminable búsqueda de normalidad.
Insisten las voces que me habitan... tenemos que encontrar la forma de llevarnos bien, de convivir pacíficamente, yo aceptarlos ellos y ellos aprender a amar la mujer que soy. No es fácil.
Hoy, al amanecer, justo antes que el sol tocara mi ventana, me visitó uno de ellos, es mi favorito, de alguna manera es con quien mejor me llevo de todos mis habitantes, es el que más se aproxima a mi, compartimos mucha historia y muchas características. A veces, como hoy, no me dice nada, solo llega y se queda conmigo ahí en silencio... sentado, observándome, mientras yo me desperezo, abro los ojos, y voy sintiendo el frío de la madrugada en cada centímetro de mi cuerpo. Él me observa hasta que yo me doy cuenta de su presencia y le sonrío... nada más y nos quedamos ahí, por un breve momento haciéndonos compañía. Nada más.
Me susurra un "buenos días" y empieza a desaparecer, lentamente... entonces yo me levanto y empiezo a caminar sola hacia un nuevo día.
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