miércoles, 1 de diciembre de 2010

Experiencia post-caótica

No tengo remedio!

Me he enamorado nuevamente. Lo conocí a él el lunes y las condiciones adversas que pasa actualmente me lo presentan en su fragilidad y vulnerabilidad total, si quisiera entender todo lo que pasa... me muero antes de encontrar la raíz real.

Digamos que se llama Rodrigo, tiene 6 años... es un huérfano recién estrenado... sus padres murieron el fin de semana en un aparatoso accidente de transito y él y su hermano mellizo llegaron al día siguiente a la escuela-taller de la parroquia... ahí lo encontré, sentadito en una gran piedra, alguien lo había dejado ahí sentado para que agarrara calor con los últimos rayos del sol, desde que iniciaron su nuevo viaje, estos dos hermanos, solo traían la ropa con la que salieron de su casas, para protegerse del frío un ralo y roto suetercito azul, los zapatos rotos, el rostro careto, los cabellos revueltos.

Me vio, lo vi y fue instantáneo... la monja que hizo el traslado de estos niños a la institución me lo advirtió: no dejaba que nadie se acercara... y no había dejado de llorar desde que le dijeron que sus padres habían muerto, no hablaba, no comía, no tomaba agua... nada, solo lloraba interminablemente...  su hermano en cambio... no dejaba de estar triste, pero como todo niño se entretenía en cualquier cosa... Rodrigo lloraba, pero era un llanto callado, lento y pausado... se le rodaban las lágrimas en grandes gotas por su carita... me partió el corazón.

Yo que soy una trozo de chillona tuve que hacer de tripas chorizo para no llorar ahí mismo, me encasqueté mi  traje de impasible y me senté a su lado, el frío nos golpeaba duro... lo sé por experiencia... a más baja la temperatura, más triste se siente el corazón, más pesan las penas, las ausencias se sienten más y no hay nada que lo alegre a uno... existimos juntos viendo el horizonte, los atardeceres son realmente un momento adecuado para sacar toda la tristeza resagada... de repente, así como lo hace Poe, este pequeño arrecostó su cabeza sobre mis piernas, se quedó acostadito sobre la piedra mientras se apoyaba en mi, aquí es donde digo... yo no sirvo para este trabajo, para estar encerrada en una oficina y de repente salir a hacer una entrevista y chocar de frente con este tipo de experiencias... simplemente se me aguadan las piernas, los mocos y los sentimientos. Me siento torpe, irremediablemente torpe.

Nuestro primer encuentro con Rodrigo fue fructífero... hoy pasé el día con él y su hermano... y con sus otros 53 nuevos hermanos, con la gente de la u cocinamos para ese mini ejercito, algunos hicieron piruetas, otros tocaron guitarras y entonaron cantos animosos, muchos juguetes cayeron en las codiciosas manos infantiles, lo vi mejor, lo vi feliz al destrozar el empaque feo y ordinario que envolvía una serie de carritos multicolores, lo vi viendo al horizonte, pero ahora más sereno, quizá un poco más consolado... o a lo mejor con un breve episodio amnésico.

Como siempre, este nuevo amor... será breve, sé que pocas veces nos veremos... él no recordará más que se ensució el uniforme del instituto con el chili con carne que se comió este mediodía, cuando los carritos cumplan su vida útil serán nada más que una pequeña fantasía para la próxima navidad... cuando le pida a "Santa" otros carritos... no recordará que le llevé un sueter decente para que ya no aguante frío, para que su corazón encuentre en la tibieza un poco de comfort. Olvidará mi rostro, ya no me dirá "señito deme mas comida pod favor" y yo nunca más le supliré su necesidad con un gran cucharón de madera. Pero ambos sabremos que la tristeza, por más que parezca... es superable... día a día... él se quedará aquí con su mellizo, a mí me acompañarán los espíritus hacia mi región natal, él aprenderá un oficio y yo recordaré que de nada sirven las palabras de un documento impreso en una revista latinoamericana de teología... que lo que de verdad vale es tener con quien desahogar las lágrimas silenciosas... Yo tengo que dejar mi ímpetu snob-intelectualoide y reaprender que por más miedo que me de, compartir con ciertas personas no me va a matar.

No tengo remedio... tengo un nuevo amor.

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