quizá sea que ya es la una de la tarde y a parte de una pupusa (y media) que me comí a buen 6 a.m. no he probado bocado...
Pero a pesar de la sensación de hambre, no sé de qué tengo hambre... siento como "necesidá" como decía mi abuelito Vicente.
Y se me antoja un buen relleno de papa con quesillo chicloso, como los que me hace la Alice en el chalet, pero que solo me cuenta que los hizo porque la ingrata los vende todos y no me deja ni uno...
También deseo, aunque sé que no conjuga con el plato anterior... un arroz con ostiones, eso si, tengo que tomarme una pastillita mágica veinte minutos antes, para no morirme con la traquea cerrada por la alergia a los mariscos. Pero de ese arroz que mi mamá hace... porque hace poco probé el hecho por otra doña... y no le quedó bueno.
Para seguir, mi hambre me dice que nos vendría bien una ensalada de soya con manzana y vinagreta de moras... si... yo sé... nada que ver con los anteriores manjares, pero es mejor que la ensalada de mandarinas con marañon que se me antojó ayer...
Para seguir, mi estómago me dice susurrado: "¿te acordás del fresco de sobre azulito, pero que era rojo en realidad... del toki-toki?" ah... si, quiero fresco toki-toki, sabor ponche de frutas, de ese que me ponían en mi termo de la lonchera cuando iba al kinder...
Pa terminar con el almuezo deseado... quisiera un buen pedazo de budín del que tengo días de no hornear... ese que hago con pan duro y leche, totalmente casero... y si hubiera por ahí una cajita de pasas... se la hecharía para ponerle un toque fino.
Es increíble lo que el hambre puede rescatar de mi retorcida mente!
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