Mi ánimo ha estado mortuorio ultimamente, sin embargo cuando estoy con él trato de darle la parte menos dañada de mi alma... y es que él se la merece, Sebastian siempre anda rondandome como pequeño duendecillo cariñoso y cualquier asalto de mi mal humor, de las batallas con mi madre, de las discordias con el resto del mundo.... él me lo hace olvidar.
Pero sucedió que desde hace días, cuando le pedía un beso... no me lo daba. En cambio ponía su cachetillo para recibir uno de mi parte... así había estado y yo rogandole uno de sus besos de nube... pero nada...
Anoche fue buena noche... hasta que llegué a casa, el escándalo sin fundamento, la acusación, el juicio emitido, la condena y la posterior ejecución me sacaron las lágrimas.
Estaba en el patio, disimulando lágrimas sin sentido, viendo los aguacates que las ardillas se han comido, que las orquideas que le regalé un día a mi madre han floreado y emiten un dulce aroma... cuando de repente, sentí sus pasos diminutos... su mano en mi pierna llamando mi atención. Lo alcé y justo cuando estabamos cara a cara, sin pedirselo... me dió un beso, me abrazó se arrecostó en mi hombro y empezó a buscar sueños.
Ha sido la mejor caricia para mi alma en estos días.
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