martes, 18 de diciembre de 2012

Hay 9 niñas

Con el desarrollo del proyecto y mi función de documentar, sistematizar y andar preguntando todo en cuanto se me ocurra... me ha tocado asistir a cada una de las actividades del mismo.

Les conté lo que vi en el tallerde ilustración, el de los más pequeños, donde las edades están entre los cinco y los doce años... pues ahora me ha tocado ir  a la clase más lejana, en medio de un cantón algo lejano de la zona urbana. El taller de danza clásica.

Nueve niñas entre los 10 y los 13 años están recibiendo clases de ballet desde hace más de quince días. La mayoría están en esa edad en la que no se es una niña, pero tampoco se es una mujer, sin embargo, de vez en cuando se asoman las mujeres que algún día serán.

Me ha asombrado la disciplina y la puntualidad de estas niñas. La dedicación, el esfuerzo físico y la concentración, pero además, sus ojos, creo que uno de los rasgos comunes, no solo es la delgadez y la delicadeza de sus cuerpos, sino sus ojos. Todas tienen ojos muy bellos.

Helen es su instructora, las reta y les exige... y las educa no solo en sus movimientos, sino que entre tanta instrucción de "plié" y el conteo rítmico de 1...2...3... les dice "vos tenés toda la capacidad del mundo" o "no se conformen" o "vos mandas tu cuerpo, no tu cuerpo a vos"  o un hermoso "cuando sintas dolor, lo que queda es superarlo y ver que podes hacer para transformalo y hace algo hermoso son ese dolor".

Son las mejores instrucciones para enfrentar la vida que he escuchado en buen rato, pero sobre todo para estas niñas, que en original eran 15, pero que ahora solo son 9... estas nueve tienen la misma rutina que las otras 6 que se marcharon... tienen que ir a cortar, tienen que ir a acarrear agua, tienen que darle de comer a los animales, cuidar a los hermanitos, pero se han rebuscado para no conformarse y venir algunas mañanas a conocer que tienen músculos que no sabían.

¿Cómo ayuda todo esto en la prevención de la violencia? me preguntarán mis "partners" canadienses que dieron el dinero para comprar las falditas de organza rosa, las zapatillas, la grabadora con la que Tchaickovsky suena sin fin, el vaso de leche que se toman a diario y el refrigerio que se comen antes de irse a sus casas... estúpidamente yo les haré un análisis de impacto en la comunidad, también les daré datos cuantitativos sobre las deserciones y el cumplimiento de metas, les haré un hermoso gráfico de barras donde reúna lo que contestan estas niñas en una encuesta. Pero ellos jamás sabrán, entenderán y sentirán esto que siento yo cuando las veo, las escucho con su algarabía de pajaritos jóvenes, no comprenderán que estas nueve niñas ahora tienen más posibilidades de "no conformarse" con la escases, con la falta de educación y de oportunidades laborales, no verán en sus sonrisas y en sus ojos maravillados cuando preguntan "Seño... ¿quién hizo esa canción tan linda... esa la del cisne encantado?" y Helen contándoles la historia de "El lago de los cisnes" y de cómo todas tienen la misma oportunidad de hacer cosas bellas, no importando si es en la música, en el baile o en lo cotidiano.

Posiblemente estas niñas seguirán siendo de movimientos descoordinados, seguirán apartando la mirada por la pena si las miran danzando, pero al menos ahora saben que tienen que ver hacia adelante, que no tienen que tener pena de ser quienes son, pronto estas niñas serán señoritas, seguramente no volverán a recibir clases de ballet, a lo mejor pasará mucho tiempo hasta que alguien les enseñe más palabras en francés, pero al menos ahora, más de alguna, tendrá guardados en su mente y en su corazón la certeza de que el mundo inicia justo donde termina su comunidad y que ese mundo es maravilloso sí así lo deciden.

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