sábado, 5 de noviembre de 2011

Cómo perder dos horas de vida en una ruta 44 y no gritar en el intento.

Ayer esperé hasta las 7:00 para salir de la oficina... desde las 4 p.m. todos gritaban en el tuiter que el tráfico era un asco, calles cerradas, conciertos, conmemoraciones, pitos, accidentes, desesperación, locura.... muerte.

Me armé de valor, porque si espera más tiempo no iba a poder llegar a mi casa. Salí y toda la calle frente a la oficina, que suele estar algo oscura para esa hora, estaba totalmente iluminada por los automóviles con sus desesperados automovilistas en su interior... me encomendé a la divinidad suprema y caminé hasta la parada de la 44. 

Tuvieron que pasar al menos 5 buses  y 6 coasters, para poder abordar una (medianamente) vacía. Me subí y dos cuadras más adelante, logré atajarme un asiento. La trabazón iniciaba donde antes estaba un Blockbuster... ahí mismo me puse los audífonos, saqué mi libro y tomé mi pose "autista-nadie-me-ve-nadie-me-hable", pose que fue todo un clásico en mi anterior trabajo, adoptado por otros compañeros y compañeras cuando vieron que me resultaba la táctica.

Estaba ignorando a los otros 69 pasajeros que cohexistían conmigo en aquel bus, cuando se levantó la señora que iba a mi lado e inmediatamente se sentó un señor, lo vi de reojo y me pareció conocido.... "ay no, ya me va hablar y no me acuerdo de dónde lo conozco, qué pena!" pensé.

Nada, señor incólume a mi lado empezó a sacar unos papeles de su portafolio. "Mmmmm, no conozco muchos hombres que usen portafolios, menos uno tan bonito" pensé mientras le echaba un ojo muy discretamente... Era alto, entrado en años, así como... ¿cómo quién?... mmm no sé... era más jóven que mi papá... y más viejo que mis amigos... digamos entonces, como mi tío Moncho, unos 46 años tal vez... pateando los 50 peligrosamente.

Seguí leyendo.

Pasar frente a Metro fue todo una odisea... terminé de leer el libro que tanto tiempo llevaba pendiente. La gente que luchaba por encontrar un espacio en este mundo para dejar su carro a salvo y disfrutar del concierto de Maná fueron detestados bajo esa excusa.

Detenidos ahí, "in the middle of no-where" recordé que tenía hambre, me había engañado la tripa con una mini galleta antes de salir de la oficina, pero para entonces era solo un leve recuerdo... ash... en eso estaba pensando cuando allá, a lo lejos, como cuatro carros más adelante, apareció un carrito de panes Chorys... no se imaginan cómo desee uno, pero no podía bajarme. "KR no penses en comida! No penses en comidaaaaaaaaaaaaa!" gritaba mi consciencia. 

Justo bajo el paso a desnivel después del flor blanca... caí en la cuenta de dónde había visto al tipo que llevaba al lado, era en la tele, pero era una persona (presuntamente) inteligente, porque sino no lo recordara (vaya mis parámetros!)... por supuesto no recordaba su nombre. Sabía que era del 12, el de la entrevista... ash... eso me pasa por no ver tele....>_<

Me rebané las neuronas tratando de recordar el nombre del susodicho, hasta que, al llegar en la parada que intercepta la 49 con el Bulevar Venezuela, la luz se hizo... Edwin Góngora! pensé para mi... pero.... ¿qué anda haciendo este tipo en una ruta 44?

Para entonces y a pasar de llevar al tipo "interesantón" al lado... empecé a sofocarme, odio las aglomeraciones, sea de lo que sean... gente, carros, borregos, etc...

Estaba dudosa de bajarme y caminar, y si no hubiera sido porque ya era muy noche, lo hubiera hecho... pero esa calle que conecta la 49 con el Hermano Mojado no es muy sana que digamos. Soportar más.

¿Qué ondas con Edwin Góngara en una 44? A estas horas y en estas circunstancias... ahí iba él, su camisita cuadriculadita, roja, jeans, medio informal... ¿será que anda de vacaciones? Hay otros lugares menos tensos para las vacaciones... ¿será que anda haciendo un reportaje sobre la 44? Ya sentía que sacaba un micrófono de su portafolios y que aparecía un camarógrafo y dejaba plasmada nuestra desidia y desesperación colectiva en la TV en el horario estelar. >_<

Estaba desesperada, empecé a sentir que me faltaba el aire cuando ya íbamos llegando al árbol de la paz.... ¿de la paz? ¿cuál?

Ya adentraditos en el Bulevard de Los Próceres lo decidí... ya me sentía segura, me levanté de mi asiento y me bajé, justo enfrente de ese pollo tan oloroso y me lo recordó... no había cenado y moría de hambre. Volví a aplicarme la voz de la consciencia y dije "no" emprendí mi camino, tenía que caminar hasta mi casa... 

30 minutos más tarde, iba llegando, todo parecía tan silencioso, calmado y descomplicado, como si hubiera salido de repente de una horrible pesadilla, a lo lejos, se escuchaban los pitos, el explotar de los juegos artificiales, fue un alivo llegar a mi punto de descanso y haber sobrevivido incólume a eso... me pregunto... ¿que ondas Edwin Góngora en la ruta 44? ^^


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