Ah... ir al centro de San Salvador siempre es un magnífico paseo, llegar al parque frente al Palacio Nacional y sentarse por ahí.. a comerse una minuta o a caso una soda de la fuente de la Farmacia América o una deliciosa Pilsener de las que vende esa niña sentada junto a grandes bloques de hielo.
Me gusta ir al centro en esta época fresca, los árboles se mecen armónicamente al son de la guitarra de algún viejito que siempre ameniza la tarde.
Hoy me solté el moño de maestra y dejo que el viento me acaricie el cabello, dice mi señora madre que se me ve bonito cuando me pongo este vestido blanco, no se explica ella porque soy solterona, yo le digo que ya estoy casada con San Salvador. A ella le da risa, pero creo que es por no llorar.
No me cree la Sra. de Rauda cuando le digo que me encanta caminar por sus calles, viendo cómo transcurre la vida casi eternamente dominguera... y que los niños que más amo no son los míos, son los que corren a la escuela porque ya van tarde o los que van a catequesis los domingos para hacer la primera comunión.
Que pacífica y dichosa la vida en San Salvador, parecería que nunca cambiará, que eternamente será así, como el son de este viejito melancólico con su guitarra.
San Salvador (1947) from Memoria de Cuba on Vimeo.
Nota: se le agradece a la Gallegos Mejía quien otorgó el video inspirador de este post retorcido ^^
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