Anoche escribí sobre el horrendo calor que ha estado azotando a San Salvador... por unos momentos... me adelanté.
Anoche llovió... pero llovió en serio.
Cuando salí de la "oficina" parecía que solo serían gotas para alborotar mas el calor, pero a medida que recorría el camino hacia mi casa... la tormenta se gestaba mas y mas... me afligí que me callera la tormenta luego de toda una semana de gripe intempestuosa... pero llegué a tiempo a casa.
Llovió con fuerza, decididamente, con fuerte viento y hasta cayeron un par de rayos que iluminaron la seca noche de abril.
Me encanta que llueva, la lluvia es como mi mejor amiga en la naturaleza... pero anoche reconocí que es cabrona también. Mientras iba en el bus de la 7 y luego en el de la 20... me fijé en todos los indigentes que estaban preparandose para pasar la tormenta bajo los portales, dinteles y cualquier otro refugio... ancianos, niños, perros... afanados buscaban refugio.
Al final no sé si me hubiera dolido menos que siguiera haciendo calor... pero si esper a que nunca haya otro indigente... entraríamos en una total y eterna sequía...
El corazón no sintió tanta alegría mientras estaba acostada en mi segura casa, en mi segura cama, en mi seca habitación... al recordar esos rostros nocturnos.
1 comentario:
Es necesario tener cuidado, hay alguien que siempre observa.
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