viernes, 22 de octubre de 2010

La necesidad...

Soy cursi.

Es una cosa de mi que nunca he podido controlar... y es bien raro, dice la gente que me conoce que nunca se imaginarían que detrás de mi cara de brava... ¬¬ ... surja una mujer cursi. Contrastante.

La primera vez que escribí poesía fue a los 14 años, era una tarde en el colegio, me había quedado a "estudiar" pero en realidad había un muchacho... no recuerdo su nombre... era un poco mayor que yo... me gustaba, en ese entonces no sabía cómo nombrar a esa sensación de flojera en las rodillas cuando él se acercaba (por supuesto de casualidad) a mí. Una tan sola vez intenté hablarle, pero entonces... llegó una de sus compañeras y  lo abrazó. Me fui al baño de las niñas y lloré por primera vez por un hombre.

Me parece curioso ahora que soy adulta y que comparto este tipo de historias con otros contemporáneos, unos recuerdan cuándo y cómo fue su primera borrachera por un amor, o cuándo y cómo sucedieron los acontecimientos que los llevaron por primera vez a la cama con otra persona... en cambio yo, recuerdo cuándo lloré por primera vez por un hombre, seña que no me ha ido muy bien que digamos en este tema del amor (¬¬) ash...

Tal vez la vida ya sabía el destino fatídico y buscó la manera de darme una forma de desahogarme, porque al final nunca hay suficientes lágrimas para el luto que es perder un amor... (no les digo pues, soy cursi), así que esa misma noche, del día que la pinche niña chelita, esbelta y carilinda abrazó al niño que me gustaba, escuchaba canciones de Silvio Rodríguez y pensé que el tipo era un genio al decirme de manera linda que ojalá se fuera al carajo la imagen, el recuerdo y el anhelo del muchacho en cuestión. Yo tenía que aprender a decir así las cosas, así que agarré una página del cuaderno de naturales y escribí mi primer poema.

Mucho tiempo ha pasado desde entonces, fui practicando y afinando el arte de la poesía, en cierto momento me di cuenta que no solo sirve para cuando tengo ganas de llorar por un hombre, sino por otros motivos de llanto... también fui practicando y afinando los criterios de elección de hombres, con rapidez aprendí a distinguirlos y poco me atraen, es decir... si me gustan, pero así para quererlos en serio... pocos son los que pasan las pruebas requeridas. Mi mamá dice que soy demasiado exigente y orgullosa, Robertov dice que no me intereso porque tengo desconectado el hipotálamo... yo digo que si estoy dispuesta a dar lo mejor ¿por qué no esperar lo mejor? Lástima que no siempre "lo mejor" se conjuga bien conmigo... pero eso... son otros Q100 aparte y tema de futuro post.
 
Regresado al asunto... sigo siendo cursi. Sigo escribiendo poesía, mientras escucho canciones mantequillas y pienso en el mejor hombre que ha llegado a mi vida.

2 comentarios:

Clau dijo...

Otros Q100 ja ja ja, qué contextualizada.

Yo suspiraba en primer año por un niño seco, alto, cabello color caramelo...a quien le gustaba mi mejor amiga :(

A propósito, usaba un llaver de Alf y lo dejaba visto en la bolsa de la falda, para que él pasara en los recreos quitándomelo y era la oportunidad para hablarle para que me devolviera las llaves. Infinidad de veces lloré por el tal bicho, que acabó casándose con otra amiga, más tímida que yo.

El destino.

KR dijo...

Jajaja... esas técnicas para dar pie a una conversación...siempre me parecieron bien interesantes, pero la timidez me ganaba. Nunca le hablé.