viernes, 22 de octubre de 2010

Salarrué

Soy su fan!!!

Tenía seis años y acababa de aprender a leer... mi papá me trajo de regalo para el día del niño ese año dos libros: "Tierra de infancia" de Claudia Lars y "Cuentos de cipotes" de Salarrué.*

No había terminado el primer mes de vacaciones y ya había devorado ambos libros dos veces... los dos me gustaron, pero el de Salarrué era mi favorito, era una hermosa edición de pasta blanca y en la portada la ilustración del cuento de un diablito amarrado al campanario de la iglesia del pueblo, magistralmente realizada por Maya, la hija de este señorón.

De ahí, cuando cursé cuarto grado me dejaron un inmenso álbum de autores salvadoreños, ahí redescubrí a Alfredo Espino con los periquitos tan simpáticos de las cinco de la tarde, o a don Rivas con los chuchitos traviesos y por supuesto... Él... si... Él con E mayúscula. Para ese entonces descubrí cuentos de Barro, que haciéndo honor a su título venía en una encuadernación color café oscuro, como si de barro se tratara. Me sacaron las lágrimas "Semos malos" y "La petaca"... y también sufrí con "La honra"... literariamente me enamoré de ese abuelo tan guapo y ahorré la mesada de siete semanas para comprarme el libro que no me pidieron como obligación en el colegio, pero que se constituyó como mi primera codicia... si, era codicia, porque en realidad podía prestar todos los libros que quisiera en la biblioteca, pero los de Salarrué eran una necesidad imperante de mi librera, así que no tuve sosiego hasta que no lo llevé como trofeo espectacular a su lugar de honor en mi cuarto.

Cuando llegué a la mitad de la adolescencia cayeron en mi manos "El Cristo Negro" y "El Señor de la Burbuja" jaaaaaaaaaaaaaaa.... y dice Cristo a padecer!!! No pude dejar de leerlos, los leí en dos días, no podía comer, no podía dormir, no podía pensar más que en sus palabras... me atrapó y nunca más fui la misma.

De remate, cuando estuve trabajando en el torturoso rubro del arte salvadoreño, las pocas cosas significativas fue el reencuentro con este hombre... resulta que don Salarrué no solo escribía, sino que también fue pintor y escultor. Ah.. qué hermoso su moustruo marino.. una pieza llena de azules y turquesas adoquinados de un negro profundo del agua del océano!

Salvador, así se llamaba... hombre de unos impresionantes ojos claros, de estatura de gigante... fue teósofo, loco y visionario, hoy es aniversario de su nacimiento, si el aguante humano fuera grande, cumpliría 111 años de vida. Nunca compartimos la existencia en este plano físico, pero no se imaginan lo vinculada que me siento a este raro.

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* En mis fantasías infantiles, y contradiciendo a lo que leía en sus respectivas biografías, yo imaginaba que Claudia Lars y Salarrué eran esposos, no concebía que no hubiera habido amor ahí... y que sus hijos serían todos una nueva raza intelectual, hasta años mas tarde comprendí la trascendencia de la relación de estos dos contemporáneos, igual... siempre se casaron con artistas.

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