Quizá sea que yo no soy una mujer demasiado coqueta. Mi señora progenitora ha tratado desde mi adolescencia infundirme el amor a la coquetería y a la vanidad (¬¬) pero creo que nunca lo logró.
Para mi las cuestiones de vestimenta se resumen en dos: cómodo e incómodo.
Admito que hay cierta "coquetería" que me es cómoda, pero hay otra en la que me veo profundamente contrariada por la incomodidad.
Robertov dice que la coquetería es más cuestión de actitud, a lo mejor tiene razón.
En este mundo, donde la apariencia lo es todo... o al menos lo es todo para aquellos que gozan de lo meramente externo, superficial y de lo falso-estético claro que es cuestión de vida o muerte.
Por supuesto hay que ser bien ubicado para reconocer que hay momentos y ocasiones en las que mujeres tenemos que realizar un pequeño sacrificio en aras de la buena presentación, no va a andar uno siempre como se le antoje. Pero hay mujeres de mujeres, yo me he sorprendido, por ejemplo de encontrar mujeres que no pueden vivir sin tacones, ni siquiera en día domingo se bajan de los zancos o como leí por ahí... "andan en micro-shortcitos a medio Pital solo para impresionar"!
Lo que me lleva a otro pensamiento, la coquetería y la malicia no es solamente cuestión de actitud, sino es la actitud adecuada para ciertas ocasiones.
Por ejemplo... si sé que voy a ir a trabajar a una oficina no voy a ir en tenis, aunque me den ganas... pero tampoco tengo que sacrificar mis adoloridas rodillas o aquella lesión en la espalda que tanto tiempo y dolor me causó la terapia....por llevar diez centímetros más en mi ego altanero, puedo ir perfectamente muy bien presentada y seguir con mis zapatitos pachos o buscar un tacón que no mate mi buen y seguro paso. ¿Quién podrá ayudarme si mi lesión "reaviva" por el uso de tacones? ¿quién le pagará a mi terapeuta para que me regrese la vértebra desviada a su lugar de nuevo?
Además, me pregunto: ¿quién dictó lo que es estéticamente bello en nuestros días? ¿quién dijo que para que una mujer sea catalogada como hermosa y bella tiene que ser alta (a base de tacones), esbelta (entiéndase raquítica a base de dietas y sacrificios), pelo planchado, maquillada, ataviada con ropa que muestre sus contables costillas y con actitud de "quitate de aquí miserable humano" (con el consecuente gesto de ver sobre el hombro)?
Sisisisisisi... la coquetería y la malicia van mas allá de eso, es una actitud, pero yo no quiero esa actitud si eso implica renunciar a la persona que soy, con la persona de la que me siento orgullosa, a la que estimo en cada uno de sus libras de más, con la persona con la que me siento cómoda... ya sea que ande en tenis o tacones, con la que no anda pensando "tantas calorías al día... tantas flexiones en la noche... porque diocuarde que aumente de las 105 libras!!!".
"Vos por eso no encontrás marido" me dijo una vez mi madre... bueno, es cierto, será por ello que no ando buscando "marido" para que me ponga en urna para la exhibición social, si tengo pareja, esperaría que sea un hombre que logre ver lo que yo veo en mí misma, las fortalezas y las debilidades, mis maravillas y mis defectos. No solo mis debilidades y defectos.
Carl Jung dijo que todo se va a la mierda en las relaciones (ya sea con uno mismo o con los demás) cuando nos "enamoramos" de ideales demasiado altos e inalcanzables, dejamos de ser las personas honestas y abiertas que podemos llegar a ser y nos centramos en patrones nocivos para la salud... además, las renuncias deberían de ser por cuestiones de opción propia y no por dictámenes sociales (bueno, eso no lo dice Jung, lo digo yo). En el momento en el que veo que Jung es un hombre concreto, material y terrenal y que ve a la gente tal cual y tal cual la quiere ver y no como se "imagina" que ha de ser... es cuando digo... "yo quiero ser como Jung cuando sea grande" porque en la medida en la que logro reconocerme bajo el pincel fino del maquillaje impecable, del sedoso y hermoso cabello (aunque esté esté o no planchado siempre me gusta), de los tacones que me agregan estatura y de la falda estrecha que me exige vestir una oficina del primer mundo... puedo decir que mi imagen no es lo que me define; me define lo que defiendo, lo que pienso, lo que siento y lo que me hace vivir (ya sea con alegría o dolor, eso ya es problema mío).
Por supuesto, los hombres la llevan un poco más fácil... ser "coquetos" es menos incómodo: no tienen que usar tacones o andar con las piernas al aire si hace frío... pero también las convenciones sociales han hecho en ellos marcas imborrables: el peso, los músculos y las demostraciones del "ser hombres como tal" los ponen en qué pensar de vez en cuando, pero no tanto como a las mujeres... tengo un amigo, que lleva una bitácora en el facebook de cómo intenta bajar de peso porque ahora durante las fiestas alguien le dijo que se "ve cachetón" y el hombre es todo delgado!
La coquetería y la malicia es cuestión de actitud... si, tiene razón Robertov, yo me he sentido un desastre ambulante en ocasiones en las que más piropos me han dado al pasar... y me he sentido fascinantemente bella con mis convers y jeans puestos. Todo es relativo... toda reacción externa está basada en la forma en la que me miro a mí misma... Ahora bien... yo sé que si volvieran aquellos años dorados en los que las rellenitas éramos el boom sensual y sexual, muchas fans de las ensaladas nos acompañarían a nosotras las "gorditas" a comernos una buena hamburguesa, les pelaran las calorías y se pasarían la opinión pública por donde no es correcto mencionar en este sitio público, pero entonces caeríamos en el mismo problema... se cambiarían los patrones de vida conocidos por tratar de encajar en un modelo estético... y las gordas empezaríamos a rebajar.
La coquetería es cuestión de actitud... conmigo misma.
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