viernes, 22 de octubre de 2010

Fightttttt!

Soy pleitista.

Aunque no lo crea el estimado lector, en los primeros seis años de mi vida fui una personita apasible, silenciosa, capaz de una obediencia ciega y amante de todo animal que se me cruzara enfrente... de eso... solo lo de los animales persiste y de vez en cuando el silencio.

¿Qué pasó? se preguntará la lecto-audiencia...

Resulta que yo culpabilizo a Osmín Enrique... un niño que fue mi compañero desde la preparatoria hasta el tercer grado.

El primer encuentro con él fue terrible, me molestaba todos los días en el colegio, a penas eramos un par de críos de seis años y ese niño era un demonio y le encantaba quitarme mis panes con crema, decirme groserías y pellizcarme... tan solo una vez me hizo llorar... ese día terminamos ambos, en la oficina del Prefecto de Primaria, él con un chindondo del tamaño del Everest en la frente y yo con mi lonchera quebrada. No soporté mas y le zampé con  mi caja metálica de los Muppets en defensa propia.

Las autoridades colegiales decidieron separarnos. Creo que fue muy prudente de su parte, como que ya huelían que después de experimentar la adrenalina de la violencia yo no sería la misma nunca mas, ya no más la niña dulcita, ya no más la niña calladita... ya no más... la pendejita!No más!

Así que para los dos siguientes años solo tenía que encontrármelo en la misa semanal y a veces en los recreos, estábamos en secciones diferentes. Hasta que (no sé si fue porque se les olvidó el precedente) volvimos a tocar juntos en tercer grado. Jaaa! ¿Para qué?

A mi profesor, tan inocente él, ajeno a todo precedente, se le ocurrió sentarnos a la par... y de paso siempre que había que hacer un trabajo en grupo nos dejaba juntos... no recuerdo cómo un día nos dice..."necesito un cartel que explique la erosión de los suelos, háganmelo ustedes" nos dio los materiales y nos mandó al pasillo a trabajar.. solos...

Solo recuerdo que me dijo algo con respecto a mi papá, que para ese tiempo tomaba mucho y no sé cómo él lo supo... lo siguiente que recuerdo es que le di una tunda de espanto... literalmente lo arrastré por todo el pasillo, cuenta Juan José, que para entonces era mi compañero de grado también y que estaba con el resto de la sección apasiblemente trabajando, que de repente oyeron gritos... de Osmín Enrique... cuando salieron curiosos y presurosos detrás del profesor para ver qué sucedía me vieron de pie a medio pasillo y tenía del pelo al susodicho hostigador, mi paciencia había rebalsado y tomé la justicia en mis manos, el profesor tuvo que apartarme porque en ese instante procedía a seguir la tortura con el metro que él mismo nos había dado para la realización del dichoso cartel, desde entonces no he visto el tema de la erosión del suelo de la misma manera!

Otra vez... pa la oficina del prefecto... el P. Ibáñez, quien desde siempre ha sido puro amor, trató de calmarme, yo lloraba, pero ahora de la cólera... quería seguir montándole riata, vengar años y años de maltrato y de ofensas, mientras al otro lado de la larga banca color verde... Osmín Enrique lloraba y estaba admirado (no entiendo por qué si ya había visto que era capaz de deshacerle una lonchera en la cabeza años antes) y me prometía que nunca más me molestaría. Suspensión para ambos. Mi mamá llegó una hora después, cuando me dijeron que la llamarían, pude ver la verdadera dimensión de mis acciones... me afligí, pensé que me castigaría, pero en realidad... no recuerdo que ni me regañara, quizá supo que fue en defensa propia familiar.

Yo me fui a casa solo el resto de esa mañana, a Osmín Enrique no lo vi por tres días... y ya con calma en mi casa pude notar varios moretes en mis brazos y uno al lado derecho de la cadera, señales de que Osmín Enrique si se defendió, golpes que en el momento ni siquiera sentí....No me gusta la violencia física, trato de evitarla a toda costa, quizá porque sé que este pequeño cuerpo de 1.53 metros es capaz de ingeniárselas para dañar si me tocan a mi familia o a la gente que amo...

¿Que qué se hizo el infame ese? No sé... lo echaron del colegio un par de años después, hace como dos años lo vi de lejos en un centro comercial, lo reconocí de inmediato... está casi igualito, poco ha cambiado con el tiempo, me alejé... no fuera a ser que le montara riata de nuevo.

4 comentarios:

Clau dijo...

Puuuu... es de armas tomar.

Yo que jamás he podido agredir a nadie. Y eso que en la escuela, tipo por sexto-séptimo grado, habían dos que les encantaba agarrarme de pato para bromas pesadas o aventarme papeles.

Creo que mi venganza tácita era recibir siempre el primer lugar cada año, cosa que una de ellas detestaba porque antes que yo llegara, ella era la No 1.

Ahí la voy a llamar a ud cuando necesite defensa propia.

iba pasando dijo...

Aunque disfruto de la venganza y existen ciertos energúmenos que me gustaría destripar con mis propias manos evito la violencia física.

En bachillerato me expulsaron por evitar la violencia física; pensando en retrospectiva quizás lo mejor era reventarle el 'hocico' al agresor, solo me hubieran dado una regañadita y pasar una hora en la oficina del rector (el chichí)

KR dijo...

@Clau: Ya sabe... se dan tundas a domicilio, se garantiza discreción y efectividad en el trabajo... jajajaja

@ibapasando: vos cuando tenés que rezongar no rezongas! (bueno, no rezongaste)... mejor le hubieras bajado los dientes!
(Ay... no... semanas de meditación botadas a la basura por este post! jajaja) Pajas vos, se me hace que un golpe tuyo es suficiente para matar a cualquiera de un manotazo

KR dijo...
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