A mi eso del sindicalismo me dejó malos recuerdos de infancia... mi papá anduvo escondidito un tiempo porque era dirigente sindical... ahí ta que se perdió algunos sucesos importantes de la vida familiar por andar de clandestino, entre ellos... mi nacimiento (aaaaaaaaaaaassssssssssshhhhhhhhhhhhhh).
Mi educación familiar (y también la otra) siempre hizo énfasis en la búsqueda de la justicia, de un trabajo bien remunerado y del acceso justo y equitativo de condiciones dignas para vivir, así que la cuestión de las huelgas, pues son para mi, solamente un recurso legal y - a veces - aceptables como medida última para llamar a la negociación a los patrones. De broma en broma, mientras estaba en el colegio les decía al personal docente que nos animáramos a formar un sindicato, porque vieran qué feo el café que pusieron durante un tiempo... y así.. no hay manera de sobrevivir... el rector, hombre bueno y silencioso me veía así: ¬¬... cuando me escuchaba que desfachatadamente sonsacaba a mis compañeros. Claro, siempre me perdonó las imprudencias y tomó cartas en el asunto sobre el tema del café (después hasta cremora nos pusieron ^-^ y al año siguiente como me porté bien hasta accedió a ponernos una cafetera exclusiva en el departamento, aunque luego hice la lectura que tal vez había sido para alejarme un poco de las masas revolucionarias ¬¬, no me dejan ser...)
Resulta que estoy involucrada en una huelga... o más bien, me ha afectado una huelga.
Desde el lunes me fui de esta casa de locos, me fui para Santa María, tenía cositas pendientes allá, así que me fui y regresé hasta anoche... entonces me di cuenta que algo no andaba bien... me recibieron demasiado efusivamente (montoneros!)... fui a tirar mi maleta y me tiré a la cama, pensando en levantarme a la hora de calma para ir a correr y luego ir a cenar... en eso estaba, agarrando posición fetal pa echarme la siesta, cuando tocaron a mi puerta... (>.<)
- Who?
- Muchá! Soy yo (era mi jefe)
- Que ondas?
- Tenemos una emergencia...
Frase que no presagiaba nada bueno... En resumen: La niña Tina (cocinera y cuasi madre abnegada de todos estos hombres con los que vivo) se ha puesto en huelga.
Yo la mera verdad le doy la razón, yo me habría ido a huelga desde hace tiempitos y si es posible hasta atentado dinamitero les hubiera hecho, porque ya vi... según cómo esté la luna, todos estos lunáticos se ponen con cambios de humor, si pareciera que los que tienen problemas hormonales son ellos y no yo.
Ayer en un comentario Clau me preguntó si estos mis room-mates no son desordenados y si son limpios... me contó de su experiencia... aquí va mi respuesta Clau: Queda demostrado sociológica y antropológicamente que los hombres tienen una capacidad nata... y dije NATA... para convertir una casa en una vorágine de desorden y suciedad! Por supuesto, como en todo, hay unos amateurs y otros son profesionales... estos son de grandes ligas! Entrar a la cocina fue un espanto!
Como yo regresé el domingo en la tarde (ya bien tarde) y me fui el lunes en la madrugada, no me enteré de la ausencia de la niña Tina... hasta ayer... espantoso... espantoso... trastes sucios por todos lados, trapos de la cocina chucos por todos lados, la lavandería estaba toda revuelta... ropa limpia y sucia toda junta... el piso sucio, los periódicos desordenados, toda la sección de exegetas de la biblioteca de la casa estaba repartida entre el comedor y la sala... nadie había regado las plantas y me dio terror pensar cómo estaba el patio, donde vive Samuel (la mascota oficial de la casa).
- No hay nada para la cena - me soltó de golpe mi jefe
(¬¬)
Me niego rotundamente. ROTUNDAMENTE a tomar el puesto de la niña Tina... así que hice lo más prudente que se me ocurrió... me fui a mi cuarto de nuevo... a hacer una planificación estratégica de cómo salvarnos antes que las bestias (entiéndase insectos) tomaran el poder y que nos coman. En esa casa solo mi jefe y yo podemos cocinar, el resto tienen cara que se les quema el agua. Así que repartí las demás asignaciones entre los demás. Fui a pegar los cartelitos con las asignaciones pertinente por todos lados... en la puerta de cada cuarto, en la sala, en el comedor, en la cocina, en la lavandería... en el patio... y hasta en la sacristía de la capilla.
Regresé y como mi jefe le tocaba dar clases en horario nocturno, me dispuse, con la valentía necesaria... a limpiar la cocina para cocinar... y en eso... venía entrando Isidro... TAS! que lo agarro como hijo de crianza... me desahogue la furia regañándolo a él... yo sé fue injusto... tendría que haberlos sentado a todos, pero solo él andaba por ahí, le encasqueté un delantal y lo puse a lavar platos, mientras yo limpiaba el piso y botaba los restos de cenas instantáneas, cajas de cereal vaciadas ante la ausencia de comida ya cocinada, cuando terminamos lo mandé a ordenar la lavandería mientras yo cocinaba.
Echándole sal a la carne estaba cuando asomó el P. Marcelino... jaaaaaaaaaaaaa, "venga para acá!". Lo puse a limpiar y ordenar el comedor... "y ponga los platos que ya va a estar lista la cena". Bien pueden hacer las cosas... porque bien ordenadito y limpio dejaron todo...
Como he cambiado el horario para ir a correr, me dieron las 8:30 y yo todavía sacando del horno las papas... les dejé todo en la mesa, listo solo para que cada quién se sirviera y me fui a poner el pants y los tenis para ir a correr... antes de salir de la casa pasé de nuevo por la cocina y por lo tanto, tuve que pasar por el comedor y los encontré sentaditos, bien obedientes comiendo... cuando entré se quedaron callados, viendo sus platos... algo ahuevados... "cada quién lava su plato cuando termine - dije - ya voy a regresar"... salí...
Lo dicho... no me gusta ser aguafiestas... pero alguien tenía que poner orden en este desmadre.
Ahorita que venía para la oficina pasé revisión... todo en orden, todo limpio... les dejé instrucciones, la comida lista y una carita feliz en la puerta de la refri.
Hoy tengo que ver si negocio con la niña Tina su retorno, no puedo seguir así.
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