viernes, 13 de febrero de 2009

Atila

Este Atila no era rey de unos mongoles, era más bien... malignillo y un poco travieso... era bellamente negro y es el perro que más he amado en mi vida.

Atila, era una mezcla extraña de dos origienes... era medio labrador, cuarto de aguacatero y cuarto de chow chow... para mi era el más hermoso de todos. Llegó a mis brazos cuando tenía cuatro semanas de nacido y Robz fue quien me lo regaló.

Ni le pregunté a mi mamá si me dejaba tener perro, yo solo lo acepté. Mi mamá le frunció el ceño cuando llegó, pero que se deje de pajas, lo amó tanto como yo.

Era negro, negro, negro, negro azabache... tenía una marca blanca en el pecho, como una breve crucita, era tan chiquitito cuando llegó... pero se convirtió en un enorme perro, que cuando nos dejó todavia no habia llenado todo el pellejo que la vida le dio... el veterinario nos decia que crecería mucho más.

Era bello, le gustaba jugar y era muy cariñoso, al menos con la mara de la casa, me esperaba acostado a la par de la puerta por las noches y cuando escuchaba mis pasos, se paraba en dos patas frente a la venta a "vijiarme"; por un tiempo, sentí que era el único en alegrarse de verme llegar...

Un día... enfermó, pasó mal un día completo, al día siguiente el veterinario dijo que estaba envenenado, luchó por salvarlo, pero un día como hoy, 13 de febrero el doctor, con mi consetimiento lo puso a dormir para que ya no sufriera.

He extrañado mucho a Atila, ha sido mi mejor mascota, aunque estuvo con nosotros poco tiempo, la familia lloró su muerte sentidamente... cuando me mudé a vivir sola me hubiera ayudado tenerlo a mi lado... mi corazón no se hubiera sentido tan solitario en esos días de lluvia.

Otras mascotas llegaron, unas las quise, otras... ni tanto... pero Atila sigue siendo el rey de mi bárbaro corazón!

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