Escena acontecida en mi casa anoche... a eso de las nueve... Sebastian paseándose, como nervioso... como esperando algo... me inquieta verlo así... sin sentarse, caminando por toda la casa, como buscando algo... como buscando a alguien...
Le hablo y anda distraído (o me ignora... como usted prefiera). Al rato llega al sillón donde estoy yo (viendo los Coristas) y me dice: ¿Mamá?... le digo que no está... que ya va a venir... de nuevo sus palabras: ¿Mamá?
Es cierto, en eso me percato... Lorena no está. Le pregunto a mi mamá por la mamá de Sebastian... me contesta: "anda haciendo un mandado"
Bueno... ya vendrá, pienso...
Sebastian no se va a la cama, espera a su madre, de pronto... escucho el carro de mi papá parquearse... Escucho la voz de mi hermana... abrimos la puerta... trae una sospechosa bolsita blanca... en ese instante lo recuerdo!
Es lunes... día de inyección... Lorena pasa de largo hasta la cocina, mi papá chinea a Sebastian y empieza a jugar con él... Lorena está preparando la jeringa... se acerca despacio y silenciosamente, por atrás... veo la planeación del ataque... Sebastian empieza a sospechar de tanta quietud... ve que Gabriela se le acerca de lado derecho... le toma el brazo... mi papá intenta distraerlo con el viejo cuento del "bebé en el espejo"... él sabe lo que está pasando... Lorena tiene la inyección... es pequeña... pero va a doler...
De repente, siente el pinchón... solo puja en un inicio, pero cuando el liquido pasa de la jeringa a su bracito... empieza a llorar... mira a mi hermana.... le dice: Mamá!!! la mira y llora... la mira y le dice ese "mamá" como diciendo... "cómo has sido capaz de hacerme esto!!!"
Sebastian está en desolación... se apoya en el hombro de su abuelo, no cree esta traición... llora su dolor y poco a poco... se queda dormido.
Este será el cuento de cada noche de lunes y jueves por los próximos cuatro años... Que Dios lo ampare!
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