Cuando la noche se cae sobre mis espaldas me toca regresar donde a veces no quiero... a mi interior. Y pues sí... a veces tengo miedo de mi corazón, ya lo he dicho muchas veces.
Ayer recordé lo que son los propios logros y aunque mi ser se transportó mágicamente a una dimensión bastante parecida a la felicidad, al rato me acordé de todo lo que tengo que hacer, de todo lo que tengo que trabajar... todo lo que tengo que escribir, todo lo que tengo que decir, todo lo que tengo que fingir.
Me acosté muy cansada, de tanta alegría, de tanto jolgorio, de tanta preocupación y de tanto escurrirme para que no me encuentren algunas personas... cansada de luchar contra un mundo que no me gusta, de un lugar que no me gusta. Cerré los ojos.
Yo no sé ni por qué sueño, ni qué quieren decir a veces esto que me atrapa cada noche cuando duermo. Y recuerdo que siempre me daba riata con el P. Chente cuando le decía que los sueños aparecidos en la biblia tenían otras connotaciones... casi le daba infarto al viejito y me daba una palmada bien dada en la espalda, según él para hacer desaparecer la irreverencia en mí.
En mi sueño, el cual estaba plagado de oscuridad absoluta, solo rodeada de una bruma, con los cabellos largos como en antaño, con las manos heridas, con dolor en todo el cuerpo, un niño aparece a mi lado, como de unos tres o cuatro años, es lindo... me mira, lo miro, me agacho... se parece a Sebastian, pero sé que no es él, es otra persona, con sus manos acaricia mis cabellos y me dice: te amo. Toca mi rostro y me mira a los ojos, toma mis manos con las suyas, las mira, las miro yo también, ya no hay nada, ni cicatrices, ni dolor, ni nada. Solo estas manos que la Providencia me concedió. Intento darle una caricia.
Empieza a caminar, me toma de un dedo, yo me dejo llevar. Me va hablando, mientras yo solo guardo silencio, no sé a dónde me lleva, no me importa tampoco, solo me dejo llevar por él, su voz es dulce, me cuenta mil cosas que ahora no recuerdo pero que se quedaron grabadas en mi interior. Lo sé, siempre estarán en mi corazón. Veo su cabeza, miro sus cabellos lacios, negros como los míos, deseo tanto detenerme y cargarlo, abrazarlo, besarlo... pero no puedo. Solo puedo seguir caminando dos pasos atrás de él. Es tan pequeñito, es tan bello.
Los sueños no duran para siempre. Es una maldición y una bendición a la vez que se acaben. Abrí los ojos. Este niño sigue en mi oscuro interior, caminando, dirigiéndome, porque él es la única luz que me alegra, porque es la única luz que me trajo de nuevo a la vida. Yo ya no puedo acompañarlo, tengo que estar aquí, mientras él me sigue esperando yo tengo que aprender a caminar sola... hasta encontrarlo de nuevo.
Esta mañana, mientras me dirigía a mi trabajo escuché esta canción, la que escuché hace años, cuando yo era una niña. Desde hoy, esta canción es para él y cada 20 de febrero lo recordaré.
Close your eyes and try to sleep now
Close your eyes and try to dream
Clear your mind and do your best
To try and wash the palette clean
We cant begin to know it
How much we really care
I hear your voice inside me
I see your face everywhere
Still you say
We belong to the light
We belong to the thunder
We belong to the sound of the words
Weve both fallen under
Whatever we deny or embrace
For worse or for better
We belong, we belong
We belong together
Close your eyes and try to sleep now
Close your eyes and try to dream
Clear your mind and do your best
To try and wash the palette clean
We cant begin to know it
How much we really care
I hear your voice inside me
I see your face everywhere
Still you say
We belong to the light
We belong to the thunder
We belong to the sound of the words
Weve both fallen under
Whatever we deny or embrace
For worse or for better
We belong, we belong
We belong together
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