Detesto ir al banco, filas y filas de personas, estreches en el ambiente, la impaciencia incrustada en mi ser... lo odio.
Detesto ir a pagar recibos, especialmente cuando están vencidos, porque hay que ir a las oficinas de las empresas proveedoras... no los puedo pagar de una vez en el banco... tengo que salir e ir a las mentadas oficinas... a hacer nuevamente cola... lo odio.
Pero de repente, en ese traslado... el cual me toca hacerlo a pie... me voy caminando por las calles de mi San Salvador (porque si, es mío y qué???, también es suyo si vive aquí... pero también mío, mío... mío) y de repente, al ir oyendo la única emisora que no transmite "el milagro", suenan canciones que me hacen murmurar las canciones, quedíto... suavecito (nadie quiere oírme cantar... lo hago muy mal), pero de la nada empiezan a poner música que amerita que suba el volumen (del aparato transmisor y de mi voz) y así... me olvido un rato de las colas, de los trámites burrocráticos y de los carros que pasan a mi lado... y canto... canto... y canto... memorias, futuros y estas estrófas:
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